Zorro DJD (dj del desierto) continuaba elucubrando, en el paño de
celulosa absorbente que hacía ya el número 527 del rollo industrial por
estrenar con el que había tropezado casualmente en un servicio para
minusválidos del hospital especialmente rediseñado para la rehabilitación de
personas con miembros amputados, y que las autoridades competentes estuvieron a
punto de demoler ante la inoperatividad del edificio a causa su
contraindicación para la accesibilidad y el envejecimiento de su estructura
basada en cientos de muros de carga. Zorro divagaba, ejercicio que cumplía
fielmente desde que abandonó definitivamente allá, alrededor de las fronteras
imaginarias del mapa de su primera infancia, muy cerca de su sexto cumpleaños,
zascandileaba, evitando como siempre, los convencionalismos capitales de lo que
se ha dado llamar Sociedad Desarrollada. Para él un pliegue diagonal en el paño
de celulosa 527 que en el arte de la papiroflexia origami podría ser el primer
paso para transformar la materia en cosas, utensilios u objetos inimaginables,
tiene mayor interés y posibilidades de éxito que cualquier intento de
modificación, por muy de justicia que sea, en el tejido social. La celulosa
absorbente es, tras una industrialización inopinada de las realidades de la
vida doméstica, una
de las mayores manifestaciones de la democratización en la historia del arte de
todas las culturas.
En
Japón, el origami, durante el periodo Heian del 794 al 1185 formó parte
importante en las ceremonias de la nobleza, pues doblar papel era un lujo que
solo personas de posición económica acomodada podían darse. Entre 1338 y 1573
del periodo Muromachi, el papel se volvió lo suficientemente barato para todos,
y el estilo de origami servía para distinguir un estrato social de otro, por
ejemplo entre un samurái aristócrata y un campesino. Actualmente podríamos
pensar en una papiroflexia en celulosa absorbente como manifestación oportuna
para democratizar la destrucción total del aura de la obra de arte de la que
nos hablaba W. Benjamin. Un arte legitimado por los sindicatos de los
trabajadores y ONGs no gubernamentales con vocación pedagógica para la
universalización y reconocimiento de la capacidad creativa de todos los
humildes demiurgos que andan a trompicones por el mundo. Tres horas continuas
de papiroflexia de formas imposibles en celulosa absorbente equivaldría a una
secuencia de treinta segundos de duración de mates y devoluciones de los mismos
en el último punto de ventaja para el receptor de estas arremetidas violentas en la final del
campeonato local de tenis de mesa para veteranos.
Pero Zorro DJD no tenía ningún interés por
el origami. En su visita al hospital para amputados tropezó con aquel gran
rollo de celulosa y pensó que con aquello podría fabricar una descomunal cola
para su cometa. Decenas de metros serpenteando en el aire como un ofidio
volador con el que homenajearía a su amigo Cándido, dj también, en
rehabilitación con los dos antebrazos y manos protésicas tras el espantoso
accidente que sufrió cuando se le vino encima la enorme pantalla acústica de
25.000 vatios en altavoces concatenados, montados para intentar cumplir con el
sueño de Zorro: pinchar en el desierto del Sáhara (o similar) en un concierto
sin espectadores –un solo espectador provocaría la suspensión del concierto-
con una potencia de 100.000 vatios. Zorro se considera ante todo un dj inepto
para estadios y parques, y mucho más para locales cerrados. Él odia
profundamente la filiación y a veces hasta la conversación; “El hombre se
aniquila a sí mismo en la gestión de la compañía”, le ha confesado alguna vez a
Cándido.
Zorro djd reconsideró la idea de la gran
cola de cometa y concluyó tras una aceleración repentina de su afasia que
durante el periodo de rehabilitación de Cándido estaría condenado a la creación
de miles de objetos y formas origami imposibles. Así se lo dictaba el alma y
con el lenguaje de ésta descubrió que su falta de comprensión de las palabras
era absoluta. Su sueño de pinchar en el desierto y su afición a las cometas
eran actitudes más que suficientes para que un tribunal de talentos le
diagnosticara una alta capacidad como monitor de actividades lúdicas al aire
libre. Los tribunales de la Sociedad Desarrollada siempre encuentran un terreno
por abonar para cada individuo o un individuo para fertilizar tal campo para
que sea rentable cualquier conducta díscola aparentemente irreductible. Sin ir
más lejos, una esquizofrenia profunda es un buen pedregal para invertir en I+D.
Con el tratamiento adecuado podrían polarizar un trastorno mental de esas
características y reciclar desechos humanos olvidados en muchas unidades de
salud mental con la encomiable intención de devolverles a estos elegidos/as que
tomaron en su día el rumbo hacia el
no-lugar en la tierra, un sitio que imaginado por las mentes sanas de la
medicina parece una dimensión en mengua progresiva, con una espacio cada vez
más reducido, ya que cada enfermo mental tiene más que ver con un Ítem del
cuestionario del análisis psicológico que con la salvación del mundo de la
locura general. Esta sensación para un profano sobrio es como el descenso sin
frenos por la pendiente más pronunciada que pueda imaginar. Existen por tanto
tantos trastornos mentales como personas con vida. Así se matarían dos pájaros
de un tiro. Con el I+D se fortalecería la economía a través de la industria
farmacológica y de los medios de comunicación, y abriríamos una puerta a la
esperanza para la supervivencia de la humanidad mandando a un nutrido grupo de
esquizofrénicos polarizados al planeta Marte. Las actas de reuniones del
tribunal correspondiente darían bastante para un posterior estudio de las
indicaciones y contraindicaciones de abono para terrenos baldíos.
Cuando Zorro djd intentó hacer su primer
pliegue en el paño 527 observó estupefacto que la celulosa blanca rezumaba
líquido rojo. Él no lo sabe pero acaba de crear la papiroflexia linfática. Los
intersticios de los tejidos bajo la piel de las yemas de sus dedos índices han concentrado
demasiada sangre y los vasos linfáticos son incapaces de reconducir tanta
cantidad de plasma hacia los conductos de sangre venosa. Su ejercicio origami
ha sido hasta tal punto tan incogitado para su afasia que toda su actividad
mental se ha transformado en pensamiento táctil. La negación de las palabras ha
dado paso a un reseteo en el sistema de elucubraciones. En breve a los
tribunales de talentos les resultará imposible llevar a cabo sus deliberaciones
sin el nuevo catálogo de conductas ajenas al pensamiento.