viernes, 24 de marzo de 2017

SER HUMANO



   A pesar de lo que se diga hay demasiada gente que lee y que incluso estudia y que sabe cómo se ha montado este tinglado y por qué no funciona. Sin embargo, aunque consideran que es una aberración que el 99% de la población dependa del 1%, saben que nada va a cambiar la situación, y que si sucede es para empeorar. Saben que el verdadero conocimiento se reduce al sentido común. Saben que instaurarlo es poco recomendable, es decir, que resulta imposible. Saben que sin lo que han aprendido tal sentido nos llevaría al desastre, algunos creen que a la aniquilación de la humanidad. Saben tanto que han decidido que lo mejor es continuar siendo humanos.

jueves, 2 de marzo de 2017

EN EL ESTANQUE











Contra todo pronóstico había encontrado agua donde nadie la habría buscado. Se sentía  tan orgulloso como perplejo ante su propio éxito. Sin embargo, sabía que más pronto que tarde el estanque se vaciaría. Buscó el origen del sumidero y cuando lo encontró se dio cuenta de que todo comenzó con una pequeña fisura entonces fácil de taponar. Ahora era demasiado tarde. Pensó a dónde iría a parar  toda aquella agua. Hizo cálculos y trató de usar la intuición. Cuando no quedó ni una gota cavó y buscó el rastro del agua. Lo hizo sin éxito durante jornadas. El líquido era vital. Sin él todo se secaría y su proyecto de instalarse lejos de la ciudad fracasaría. Pero por más tierra que extrajera esta se tornaba cada minuto más seca. Insistió casi hasta la extenuación.

   Resignado ante su destino volvió a la ciudad y se interesó sin saber por qué en los atracos y robos en todas sus formas que allí a diario se cometían. Habló con policías y jueces. Hasta visitó en la cárcel a ladrones y asesinos. Averiguó que a pesar de la actuación de la justicia la mayor parte del dinero nunca aparecía, y que la dimensión de tal misterio era directamente proporcional a la sed delictiva.

  Con el tiempo y su atrevimiento aprendió a participar en el engrandecimiento de aquel enigma. Tuvo suerte y no le fue mal. Pasó solamente, por propia voluntad, unos pocos años en una celda de aislamiento. Durante aquel tiempo recordó la historia del sumidero hasta convertirse en una obsesión. Decidió que volvería al estanque cuando saliese de la sombra.

  Llegó el día y se dirigió al lugar. Aún podía ver la tierra removida alrededor del coladero. Miró la grieta y por un instante su imaginación le hizo ver cómo manaba el agua. Apartó la mirada y buscó el sonido de un avión que atravesaba el cielo. La estela que dejaba la combustión se ensanchaba lentamente hasta esfumarse en la profundidad celeste. El sol estaba suspendido en el cénit. Sintió que al fin y al cabo la vida le era generosa y pensó que podría viajar con el dinero a algún lugar en el que todavía no hubiese amanecido. Sin embargo, decidió que su lugar estaba allí, junto al sumidero. Contrató a los mejores profesionales y abrieron pozos en todas las direcciones a cientos de metros. Buscaron los orígenes de la emanación y las causas de la desaparición. No encontraron el menor rastro de agua. Todos le aconsejaron que desistiese ante la evidencia. La tierra estaba seca.

 Comprendió al fin que era inútil continuar con la exploración. Sin embargo, era incapaz de abandonar el seno del estanque, le resultaba insoportable la idea de alejarse de la oscuridad por la que había escapado el agua. Decía que tenía un pálpito, un presentimiento. No pasó un solo día hasta su muerte que no mirase con atención su agujero, tal vez su obra y su deseo.