jueves, 24 de octubre de 2013

ERRORES Y MIEDO








 De todas las vicisitudes  que caben en la vida de un hombre  el error es el accidente, o tal vez farsa,  que mayor atención merece.
   Existen errores de tipo experimental, algunos premeditados y hasta calculados, pero son más propios de la ciencia. Rara vez se da en la vida de alguien una voluntad epistemológica con respecto a su proyección laboral, emocional y hasta de quienes pueden invertir en bols; errores se producen casi siempre tras las puertas de los laboratorios.
   El error inopinado cosifica al individuo y lo aleja como un fallo gravitacional de su equilibrio y relación con el deseo:
-          - A tal sujeto lo noqueó de por vida un exceso de confianza en los bancos e inversores.
            - A mengano un desmedido autoritarismo sobre su hija convirtió  la relación de ambos prácticamente en la de dos desconocidos.
-        - A un ciudadano que quiso hacer una política feliz y que prometía buenas maneras lo arruinó un malentendido y acentuado liderazgo.
 Luego, con el tiempo, las víctimas de estos errores y de un sinfín de extraño jaez que abarcaría un inmenso catálogo de géneros y de las combinaciones de estos, tratan de evitar en una suerte de posibilidades de no incidir en los errores ya conocidos y sobre todo sufridos. De esta manera el deseo se acota, se prohíbe, se limita a una angostura y a una fatiga en la que pierde su esencia y naturaleza. El discurso impetuoso y vehemente de la ambición pierde fuerza en la niebla, en los vapores y vahídos del temor, hasta que perece en medio del miedo, a veces asesinado por la espalda a manos del pánico en una carrera vertiginosa.
   De algún pedagogo o terapeuta leí en una ocasión que es indispensable aprender a vivir con el error del mismo modo que una caña de bambú combate al viento, con flexibilidad y fortaleza. Convivir con el error y aceptarlo, guardando el equilibrio al borde del precipicio,  todo el tiempo,  una vez que has comprobado las consecuencias de ser expulsado del paraíso de la infancia, es un ejercicio de desgaste emocional que supone que el 99% de tu existencia lo dediques al arte de la plasticidad en detrimento de la búsqueda y descubrimiento del objeto del deseo, de ese tesoro oculto que no nos atrevemos a desvelar por miedo a la secuencia de errores que pondríamos desencadenar. Una trágica entelequia, desear y ser maniatado en un mismo acto.

 Cabe preguntarse si la dignidad que tanto nos preocupa y por la que algunos continúan  luchando no es más que el reflejo de nuestra propia imagen. Un espejo en el que confundimos teoría y praxis. No deberíamos dejar de pensar nunca en el saldo de intereses que producen el error y el miedo.

viernes, 11 de octubre de 2013

Z DJ, ADICTO A LA COCA COLA








    Zorro DJD (dj del desierto), a pesar de los antecedentes delictivos de sus progenitores y de la familia de estos, está limpio. No es autor de ningún marrón perdido en los discos duros de la policía, al menos desde que el Ministerio del Interior unificara e informatizara completamente las áreas de contravenciones, quebrantamientos y simonías laicas con derechos al uso fraudulento de servicios públicos o privados (inclusive las prestaciones sociales), locales y generales, tanto en legislación fiscal como en el código civil. Podríamos decir sin ningún género de dudas que es en cuanto a la Escala cromática e incluso de cuartos de tono que separa el Bien del Mal un sujeto bien afinado y adaptado al sistema o viceversa. Zorro admira profundamente a su padre. A estas alturas de la historia de aquél la comunicación entre ambos se reduce al efecto aproximado del eco de un bufido o queja de un animal enjaulado lejos de los ojos de la sociedad. Sin embargo, siente un amor extraño hacia su progenitor. Se abstrae ante las circunstancias que suponen tener un padre que lo soslaya y a veces hasta lo desprecia. Juan Cerveza, padre de  Z dj, sí que ostenta, públicamente y en la intimidad, marrones de toda índole. Su baraja de delitos es tan compleja y oscura que la policía, cuando se queda sin ideas y recursos para resolver algún caso, termina en actitud esquizoide requiriendo su presencia en esquinas penumbrosas, suplicándole mediante una súbita y violenta opresión sobre su pescuezo para que suelte un chivatazo fácil de atrapar y grabar antes de que se escape en el aire de las calles luminosas. Odiamos la noche. Nos parece que el día es todo lo contrario al arquetipo literario, sobre todo poético, que conlleva la evocación de la noche. Es tan culta (a veces estúpidamente culterana) y simbolista….Nos gusta los puntos suspensivos.
   Juan Cerveza no tiene ni puta idea de por qué cuando su hijo pide una Coca Cola va ávido y se la toma con una actitud singular de nerviosismo e indiferencia cuando en realidad ha preguntado por la hora. Lo único que tiene claro el padre con respecto al hijo es que éste cuando prácticamente todavía era un bebé estuvo hospitalizado durante tres meses, tiempo en el que lo dio por muerto y en el que no fue a visitarlo ni una sola vez mientras que estuvo totalmente absorbido por un famoso asunto de prostitutas lituanas y cocaína adulterada con el que al final acabaron en la cárcel dos o tres famosos empresarios de la FOEGRAS.
   El hijo ha oído dos veces a su padre decir que algún día pondrá colofón a sus andanzas “matando a un par de tíos porculeros”. El padre no tiene idea ni por asomo de que el hijo padece afasia, y mucho menos la gravedad que significa el cuadro clínico que presenta Z dj. Nadie en Urbis Android, ni siquiera las docenas de médicos de cabecera que han desfilado en los últimos años por la ciudad saben que el futuro esqueleto o proyecto cerebral de dj padece una Afasia de Wernicke Sensorial, con lesiones de las áreas temporo-parietales. Se caracteriza por una deficiencia en la comprensión y un habla fluida incoherente, si bien Z dj evita la logorrea de neologismos y parafasias, ya sea por la función intuición de introversión jungiana, o por el resto de funciones que separadas o sumadas pueden hacer del individuo un ente acorazado que se protege de la minusvalía mediante una extraña estrategia empírica que usa las sensaciones, el pensamiento y el sentimiento. Cuando vemos a Z dj desbocado de bar en bar bebiendo coca colas, a veces todo el día hasta alcanzar un total de veinticinco o treinta botellas de 33 cl, podemos estar completamente seguros de que está sufriendo un ataque del tiempo. Haríamos bien en elaborar una ilustración para este documento a la manera del Goya de las Pinturas Negras, con la intención de obtener un efecto hipster o pop underground con el que llamar la atención y captar lectores sectarios o radicalizados en la poesía extrema. Aunque estamos convencidos, los usos y costumbres en la red así lo demuestran, que esto último es prácticamente imposible ya que este tipo de receptores sienten vértigo al apartarse del redil y jamás pierden de vista a sus pastores. En dicha ilustración veríamos a Cronos desnudo, barbudo y ojeroso, petrificado como una inmensa montaña y a Z dj abriendo un túnel en su boca con pico y pala. Z dj sufre una severa adicción a la coca cola y la acusa hasta alcanzar niveles casi insoportables de morbosidad sexual y misantrópica cuando intenta abrirse paso a través de los días. Esta marca recientemente desbancada en la Pax Capitalista por otra no menos prócera por su mensaje vitalista, por la Apple crematística que atomiza el dinero con una falsa filosofía sistemática de la caridad y la piedad como ya en su tiempo lo relativizó Santo Tomás de Aquino, consumida en cantidades desproporcionadas, produce un mono de irritabilidad, lentitud y pereza. Z dj pregunta por la hora y toma una coca cola durante el silencio horadado de Cronos, durante el efecto de ese oxímoron conceptual que golpea con violencia las puertas de su mente con el mutismo de la muerte.

   La meningitis le llevó a la afasia. Claro que la aparición del tiempo como su principal enemigo tuvo lugar cuando comenzó a intuir sus problemas con la comunicación y el lenguaje. Z dj se halla ocupado con imposibles figuras del Origami, materializando la celulosa industrial absorbente con una papiroflexia  con la que hace dobleces sobre lo efímero y lo eterno y, de repente, se le eriza el vello y los jugos gástricos ascienden por su esófago como un géiser de extraña factura que irrumpiera por primera vez en su paisaje. Sabe que debe tomar cuanto antes la primera coca cola del día. Antes de la práctica del Origami podía encontrarse palpando con las puntas de sus dedos las superficies de paredes y discos de vinilo. Juan Cerveza nada sabe acerca de estas costumbres o aficiones del hijo.