Sintió que algo
no iba bien
Una vez más
la absurda e inopinada sensación
horadaba su
cerebro igual que
la aguja
enhebrada zurce por enésima vez
el calcetín
roto
Cuando
sintió el calor del agua caliente
en la base
de su columna se percató
de que no
sabía por qué se estaba dando una ducha
Todos se
habían marchado y como siempre
habían
dejado la casa patas arriba
Después de
cada una de las últimas
reuniones se
había hecho la misma proposición
Si deseaba
rodearse de amigos
podía
citarlos en un restaurante
o en
cualquier otro lugar público
Pero sabía que
sólo acudirían unos pocos aburridos
La mayoría
solo está cuando hasta sus
deseos y sus
pensamientos se les sirven gratis
Se dijo que
la Sensación-de-que-algo-no-iba-bien
debía ser
condición sine qua non en el estado de
gracia
natural del ser humano
como un
factor capital en el corpus de las actitudes
indispensables
para su supervivencia
Es decir,
una emoción ordinaria orbitando al milímetro
alrededor de
un sentimiento extraordinario
En todo caso
la cuestión no era esa
El
interrogante para la ocasión aparecía tras su soledad
En las
sombras del miedo a sí mismo y sus terminaciones
Le daba
pánico pensar en la posibilidad de aislamiento
No tenía
motivos para arrastrarse ante todo el mundo
por esos
humores penosos e inútiles porque,
además de
ser autor junto a su mujer de una profusa prole,
pertenecía a
una fértil progenie que le requería a todas horas
Entonces, ¿por
qué mierda tenía esta sensación de obtusa filantropía,
de un
principio misántropo sin aparente razón alguna?
El agua que
se precipitaba y rodeaba sus pies
parecía más
transparente, más fluida, con un brillo único
en el juego
de luces led y las del alba que había despuntado,
más
agradable al tacto que de costumbre, más salubre
para los dos
millones de dilatados y fotoenvejecidos poros,
más templada
para calmar sus permanentes deseos de exceso,
más
terapéutica para concluir en paz la dilatada jornada
Pensó que su
cuerpo no suponía ningún obstáculo para el agua
El líquido
se deslizaba y se adaptaba a las formas de su cuerpo
Escapaba
igual que la presa curtida escapa del predador inexperto
Acabaría la
ducha y sus pensamientos
escaparían
también por el agujero
Después
dormiría
Tal vez con
un poco de suerte el sueño
resultaría suficiente para modificar
al menos el
orden de sus miedos
Quién sabe
si cuando despertara no estaría
asistiendo a
su propio nacimiento