domingo, 1 de diciembre de 2019

NACIMIENTO






Sintió que algo no iba bien

Una vez más la absurda e inopinada sensación

horadaba su cerebro igual que

la aguja enhebrada zurce por enésima vez

el calcetín roto

   

Cuando sintió el calor del agua caliente

en la base de su columna se percató

de que no sabía por qué se estaba dando una ducha



Todos se habían marchado y como siempre

habían dejado la casa patas arriba

Después de cada una de las últimas

reuniones se había hecho la misma proposición

Si deseaba rodearse de amigos

podía citarlos en un restaurante

o en cualquier otro lugar público

Pero sabía que sólo acudirían unos pocos  aburridos

La mayoría solo está cuando hasta sus

deseos y sus pensamientos se les sirven gratis



Se dijo que la Sensación-de-que-algo-no-iba-bien

debía ser condición sine qua non en el estado de

gracia natural del ser humano

como un factor capital en el corpus de las actitudes

indispensables para su supervivencia

Es decir, una emoción ordinaria orbitando al milímetro

alrededor de un sentimiento extraordinario



En todo caso la cuestión no era esa

El interrogante para la ocasión aparecía tras su soledad

En las sombras del miedo a sí mismo y sus terminaciones



Le daba pánico pensar en la posibilidad de aislamiento

No tenía motivos para arrastrarse ante todo el mundo

por esos humores penosos e inútiles porque,

además de ser autor junto a su mujer de una profusa prole,

pertenecía a una fértil progenie que le requería a todas horas

Entonces, ¿por qué mierda tenía esta sensación de obtusa filantropía,

de un principio misántropo sin aparente razón alguna?



El agua que se precipitaba y rodeaba sus pies

parecía más transparente, más fluida, con un brillo único

en el juego de luces led y las del alba que había despuntado,

más agradable al tacto que de costumbre, más salubre

para los dos millones de dilatados y fotoenvejecidos poros,

más templada para calmar sus permanentes deseos de exceso,  

más terapéutica para concluir en paz la dilatada jornada



Pensó que su cuerpo no suponía ningún obstáculo para el agua

El líquido se deslizaba y se adaptaba a las formas de su cuerpo

Escapaba igual que la presa curtida escapa del predador inexperto



Acabaría la ducha y sus pensamientos

escaparían también por el agujero

Después dormiría

Tal vez con un poco de suerte el sueño

resultaría  suficiente para modificar

al menos el orden de sus miedos

Quién sabe si cuando despertara no estaría

asistiendo a su propio nacimiento