martes, 20 de octubre de 2020

GRADIENTES DE DOMINIO (ZOOS XXI)

 






    Dicho de otro modo, si las tierras son generosas en el número de lagomorfos, podemos pensar que los Linces machos adultos pueden conformar en un equilibrio instintivo una federación de repúblicas soberanas y aisladas, la mayoría de las veces alteradas por el tráfico excesivo existente en las carreteras aledañas a las áreas, o por los cazadores furtivos o circunstanciales que no respetan la ley de protección de la especie. El resto de las veces que se rompe el equilibrio de dominio pueden ser a causa de la necesidad de invadir el terreno ajeno a causa de la escasez de puntos húmedos, o como consecuencia del rastreo o persecución de presas.

   El riesgo para estos seres es permanente. Deben salir a beber como mínimo tres veces al día y evitar el encuentro con otro ejemplar macho adulto. ¿Cómo una forma de vida de reproducción mamífera, con un nivel de actividad constante de las crías el primer mes de vida durante las veinticuatro horas del día, en un hábitat  precario y amenazado, puede ocultarse en ocasiones hasta del propio programa científico que los protege? A pesar de que los cachorros ya en el segundo mes de vida empiezan a tener un ritmo circadiano crepuscular bimodal es casi un milagro que la especie haya supervivido en un área en el que desarrollismo fue tan agudo que su voracidad todavía puede observarse en las sonrisas salivadas de políticos cuatro generaciones después. Sólo se puede comprender y valorar la existencia de estos animales cuando conoces, incluso retrocediendo esas mismas generaciones en el tiempo, el frágil eslabón del ecosistema al que pertenecen. En la optimización del hábitat y su cuerpo está implícita la condición de depredador furtivo. En los últimos años esto es una evidencia si se tiene en cuenta las continuas quejas de la población colindante al parque  demandando terrenos para la explotación de ganado y del cultivo, e incluso de ciertas administraciones públicas y corporaciones internacionales con proyectos de infraestructuras como autopistas y gaseoductos. La imagen en segundo plano del Linux mirando al vacío ilustra en todo momento el malestar y las controversias mediáticas que se producen en la conciencia colectiva al mismo tiempo. Podemos imaginarnos con facilidad a cualesquiera de dichos agentes sociales desplegando sus poderes económicos y de seducción, pero ¿Quiénes pueden imaginar al felino ampliando más quilómetros cuadrados de hegemonía previendo escrupulosamente etapas de escasez de alimentos gracias a lo que los científicos suponen como instinto de supervivencia? Como dirían ciertos especialistas fenomenológicos, en la deconstrucción de este discurso no encontraríamos intereses comunes entre estos animales y el pensamiento conservacionista, pues no existe relación íntima en la problemática de que el depredador  cace logomorfos dentro de un invernadero o el cambio rasante de una carretera. La cuestión es la abundancia de sus presas. Así que el compromiso ecológico o incluso la empatía hacia estos seres se fragua como consecuencia de la aleación entre la fuerza de las emociones que toda narración de oficio puede despertar en los receptores mediante la significación de una víctima, y los intereses económicos que se generan a partir del momento en que un amplio espectro de agentes sociales están dispuestos a pagar por tener acceso a su conocimiento. El resultado es un metal muy preciado y no es necesario nombrarlo.  Nadie mejor que la comunidad científica sabe que “Saber es poder”, y ellos, sobre todo quienes trabajan este proyecto “Life”, saben muy bien que al Linux lo que más le importa es encontrar alimento. No le incumbe si en el salto o la carrera por atraparlo interfieren solo variables paisajísticas. Si éstas están dispuestas y repercuten negativamente en las necesidades fundamentales para la “vida buena” de este animal (cosa que toda la ciencia apunta como más que probable), entonces ni habrá salto ni carrera. Pero si es lo contrario, en el páramo de plásticos,  por entre las curvas y rectas del gélido y ardiente asfalto y en los puntos de conexiones tubulares, podrían disfrutar todos los consumidores, activos y pasivos, tal vez con unos costes más democratizados, de los avatares del depredador eterno en la finita historia de las sociedades.

 El lince parece adoptar una estrategia de territorialismo basado en la defensa exclusiva de áreas con un amplio rango de disponibilidad de presas que permitan la supervivencia y la reproducción eventual incluso durante periodos de escasez de alimento [sic] www.vertebradosibericos.org, Alejandro Rodríguez, Estación biológica de Doñana (CSIC), 15/07/2004.

    Recordó el ejemplar que debió embalsamar Antonio. Ahora, en esta multiplicidad de caras del poliedro rodante que representa su vida, que rueda y rueda constante tras él, a veces con estruendo, provocando una insoportable crispación en su interior y un escándalo que puede alarmar a “los otros”, sus coetáneos en otro mundo,  y otras veces en el más absoluto silencio en solaz y compañía, se da cuenta de que no vio el cadáver, ni antes ni después de embalsamarlo. Ahora le habría gustado retroceder en el tiempo, ver cómo Antonio desollaba la carne para hacerla desaparecer y transformarla en el milagro de la vida eterna y del instante cinético pagado por el cliente. En el sentido estricto de los prejuicios infundados podía considerarse un individuo afortunado tras haber superado sin saber por qué ni para qué el miedo a la carne lacerada y a la sangre derramada.

   El solapamiento del dominio vital de hembras adultas residentes de Doñana fue muy bajo (solapamiento medio= 0,08; rango= 0-0,57) y el uso del área corazón fue casi exclusivo (solapamiento medio= 0; rango= 0-0,22) a lo largo de todo el gradiente de disponibilidad de presas (conejos) (López-Bao et al., 2014)3 [sic]. 

  La etapa de las salidas en ruta todos los fines de semana fue breve, pero podía decir sin ninguna duda que fue tan intensa en peleas y borracheras que se archivó en su memoria como un cortometraje sin principio ni fin y que se repitió durante mucho tiempo en su memoria. Consistían en vivencias efímeras y adocenadas, algunas demasiado frecuentes en el paso de unas generaciones a otras, sin embargo, no por esto menos decisivas para la experiencia vital de sus protagonistas. Habría que reconocer que las distancias del gradiente de nocturnidad de locales abiertos en las mismas horas eran muy extensas si tenemos en cuenta que el área corazón era muy restringida. Había que viajar rápido y beber también rápido para adquirir un conocimiento exhaustivo de los niveles de satisfacción y las propiedades de adaptación ante una más que probable permanencia indefinida dentro del área corazón. Peleas, borracheras y tías, excepto una, Gloria, lo cual corrobora el éxito de la aplicación de la ruta se alinearon en sus recuerdos en una secuencia infinita de los mismos fotogramas brutales, el mismo vaso con las misma sustancias y el rostro de la misma tía como prototipo de la estadística de todas las posibles que aparecían en el corto, y que se repite como en una pesadilla.

  El territorialismo estuvo influido por la densidad de linces. Los mayores niveles de solapamiento espacial tuvieron lugar a densidades intermedias de linces mientras que el territorialismo tendió a incrementarse a ambos extremos del gradiente de densidad, especialmente a bajos niveles. Las hembras adultas evitaron coincidir, siendo 0.0047 la probabilidad de asociación espacial a una distancia de 200 metros o menos (López-Bao et al., 2014). [sic]

   En realidad no debía echar de menos a Antonio, no había ningún motivo para que esto sucediese, pero le pareció que habría merecida la pena tomarse con él alguna vez que otra unas cervezas a lo largo de todos aquellos años que habían pasado con bastantes menos ejemplares de lince cazados o atropellados. Quizá si lo llamase podrían celebrarlo. No sabría decir exactamente si Antonio se alegraría igual que él por el bajo índice de muertes. Aunque pensándolo bien le apetecía darle un abrazo y preguntarle si todavía practicaba la taxidermia. Pensó que teniendo en cuenta su falta de actitud hacía las relaciones sociales no podía  tener ningún derecho a la amistad, y si lo tenía de nada serviría ejercer un derecho hacia las emociones. Nunca se sabe. Nada es imposible. Tal vez Antonio le sorprendiese con un fuerte abrazo y una sonrisa sincera. No tiene ningún sentido hablar del derecho de la amistad igual que hablamos del derecho romano o el derecho laboral. Tampoco tendría sentido hablar sobre qué es la amistad o en qué consiste, dado que existen tantos modos de ella que a menudo se pregunta si es mejor tener amigos en el infierno que en el cielo y viceversa. No dejaba de ser un poco misterioso que sin tener ninguna afinidad en común se llevaran bien. Se sentía bien a su lado. Le inspiraba confianza a pesar de que solo se veían en la ruta y de madrugada los fines de semana. El resto de los días eran demasiado parcelarios  como para que naciese una buena amistad. Aunque tal vez a aquello podría llamarle una “una buena amistad”. La prueba la tenía en el recuerdo. Del resto de participantes no tenía ni zorra idea. Los habría triturado el tiempo como otras tantas cosas. Antonio siempre se llevaba las mejores tías pero esto a él no le importaba. Las imágenes de las tías confundiéndose o mezclándose en un mismo rostro y cuerpo eran efectos de las leyes de la madre naturaleza.