domingo, 23 de diciembre de 2012

NIEBLA





      El domingo 16 de diciembre de 2012 a las 11:00 horas,  la niebla era tan densa como oscuros y confusos mis pensamientos. Tuve la sensación de haber sobrevivido al paisaje que puede contemplarse durante los seis primeros quilómetros de la N-435,  los que conducen desde San Juan del Puerto hasta Trigueros. Siempre he creído que estas tierras de secano buscan desesperadamente en el horizonte la verticalidad de los árboles. Tal vez mi desconocimiento sobre las ciencias del latifundio sean la causa del sufrimiento tanto a la vista de los terrones cobrizos arrancados salvajemente por los arados de los tractores, como a la de la dureza de su superficie labrada por las heladas y el solano durante la tortura del barbecho. Me resulta imposible dejar de pensar en la angustia del paisaje ante el deseo de querer plegarse como una ola gigantesca hacia el cielo. Sin embargo en el tránsito sobre esta tierra sepultada por la niebla, los últimos de un itinerario de más de 1200 qm Trigueros-Madrid, Madrid-Trigueros en casi 24 horas, advertí que quizás el aspecto del mundo deba ser el que es y que este padecimiento es infundado, que la belleza también puede habitar en un desierto sin vida, omitiendo a la humanidad. ¿Una cuestión de agotamiento físico, de falta de sueño?
   En el quilómetro 3 de dicha N-435, a pie de carretera existe un vivero donde puedes comprar el árbol que quieras. Es una forma de hablar, porque allí no creo que vendan un boabab, ni tampoco un ejemplar del árbol de la ciencia. Pero sí podríamos hacernos de un alcornoque y plantarlo en una linde para que crezca como arbor vitae. Un árbol invertido que de fe de que en estas tierras se siembran el trigo y el girasol para el sustento de los agricultores de la zona. Las raíces del alcornoque mirarían hacia el cielo para captar la energía de los astros, o tal vez mucho más, como propone la teoría emanatista, en la que las raíces nacen en las profundidades del cosmos, el tronco es el éter y las ramas son las esferas, incluyendo la tierra. Una visión involucionista en la que no podríamos hacer nada para abonar de nutrientes el origen de la vida.
  Aún así, enredado en estos pensamientos, es inevitable sentir que tengo los pies en la tierra, nunca mejor dicho, puesto que mi subconsciente es fálico y siempre más allá de la niebla está la luz. Ocurrirá más veces, por dinero caeré agotado en las sábanas después de cientos de quilómetros, y en el fondo me es indiferente que domine un paisaje u otro, ya que mis raíces son mis hijos, como yo antes fui las de mis padres. Y aquí me pierdo entre el evolucionismo o involucionismo.
 Un alcornoque sería suficiente, o un pino, o una cruz latina advirtiéndonos la señal de su despropósito, o una veleta que se mueva simultáneamente hacia los cuatro puntos cardinales.

domingo, 9 de diciembre de 2012

PENSAR, HABLAR, ESCRIBIR........




En los índices de contagio de enfermedades como la alexitimia y la anhedomia se hallan nuestro grado de incapacidad para ser libres. Tu salvación depende en encontrar un buen psicólogo a tiempo. Ante esto no es terapéutico reÍrse-de-sí-mismo. Es la hostia, tienes a los enemigos tanto fuera como dentro de ti. Cada día estoy más convencido de que el soliloquio es un síntoma de buena salud, una serpiente infinita que se arrastra segura por nuestra existencia y que come de nuestra verborrea.


domingo, 2 de diciembre de 2012

TUFO





   Definitivamente el miedo se ha quedado a vivir con nosotros. Cada uno tiene la libertad de pensar y actuar, de decidir en qué momento puede cortar los hilos que mueven nuestras articulaciones. Pero este miedo que refiero nos ha devuelto a las puertas del más genuino de los tipos de ansiedad, el miedo al castigo divino.
   Nos parece ridículo el quebrantamiento de los mandamientos de Dios o la pena por caer en la tentación de algunos de los pecados capitales. Gutenberg, Marx y el lapidario Pop lograron a huevos mostrarnos el paraíso perdido. Durante muchas décadas hemos vivido como inocentes Adanes y Evas, y Dios no tuvo nunca la delicadeza de hacernos una visita para decirnos que no lo estábamos haciendo bien.
 Tendremos que escribir una nueva biblia, una en la que no merece la pena que aparezca Dios ni ningún hijo suyo. Qué se yo, por ejemplo, el Todopoderoso sería un niño/a discapacitado o desnutrido (nada que temer), y Lucifer tendría más o menos el aspecto de la estatua de la libertad. Yo, con mi sueldo para ir tirando, sería Barrabás. Toda la condenada clase media seríamos los culpables indolentes que pasamos de todo. ¡Qué auténtico es pasar de todo!
  Dios ya no está y sin embargo el tufo es más pestilente que nunca. 


lunes, 19 de noviembre de 2012

ERECCIONES CONTRA LO FEO Y DESAGRADABLE






Creo recordar que fue en “América”, ¿o en “De la seducción”?, ambos libros de J. Boudrillard, dónde leí que era un consuelo llegar a los entaitantos, porque suponía un enfriamiento de la libido.¿O tal vez fuese en “Cool memories”(será verdad que soy un mal lector que cae en la tentación de escribir, puesto que apenas releo. Sin embargo, no es menos cierto que el hecho de releer por ejemplo uno de estos libros me aterra. No soporto la idea de adentrarme en las hojas de los libros que fueron “yo” hace más de veinte años. Más o menos porque “yo” no quiere ser “yo”. Sí, eso es). Por ahora no haré caso a Borges. No releeré por sistema.

 Comienzo a ser un hombre fanerógamo, mis flores desaparecen paulatinamente, y llegará el día, supongo, en el que mi representación sexual se reduzca a un varón que peleó y perdió la guerra en el cuerpo a cuerpo contra el deseo inevitable de la carne.
Con las flores que aún me quedan, mi libido aparece como la erupción de un volcán en momentos donde la mujer (siempre he ido tras ella y la veía como un ave que se perdía en la lejanía) no aparece como ente, sino que se oculta como cosa secreta. Por cierto, como dice Juan Larrea en “Orbe”, ave al revés resulta Eva. Y sin mujer como tierra prometida, tal deseo se transforma a veces en una búsqueda sin objetivo. Parece un estado de ansiedad en el que ni la mujer más potente puede hacer algo por mí.
 En estas ocasiones, que cada vez son más frecuentes, tengo erecciones de varias horas de duración. Sin ir más lejos, tuve mi miembro oprimido contra la licra durante toda la tarde de la última huelga general. Boudrillard mentía o se equivocaba. Uno va leyendo y se queda con algunas frases esperanzadoras para toda la vida que al final resultan un fiasco. Debe ser cierto que para asegurar la experiencia haya que releer el cambio constante de los colores en el cielo y de los paisajes en la tierra.
   Es una evidencia que el apetito sexual se reduce con el paso del tiempo, pero  no sucede lo mismo con las aptitudes del cuerpo hasta que se nos acaba la vida. Cuentan que los ahorcados eyaculan un momento antes de morir. Ayer leí en una entrevista al filósofo francés André Comte-Sponville, que la mujer humaniza al hombre gracias al amor y que el futuro por tanto es la mujer. Esto supondría un consuelo, pues la existencia de la mujer garantizaría mi educación. ¿Qué hacer entonces con el vigor sexual si ni  Onán ni Eva se hallan ya en la obra representada?
  Erecciones para echarle cojones a todo lo feo y desagradable: el yo inflexible que repiquetea en el mundo desde no sé cuándo.


domingo, 4 de noviembre de 2012

!CÓMETE UNA NUBE!









   Uno de los momentos más esperados de las ferias y fiestas de mi infancia era el de contemplar en el tenderete de las nubes de algodón, al borde mismo de la media esfera donde el artista, la artista (casi siempre un o una adolescente ubicada estratégicamente por mandato de la familia de feriantes a la que pertenecía en un lugar propicio para la venta), con gestos graves y una altanería que rozaba muchas veces el desprecio a los niños y niñas, daba forma y vida a una nube aquí en la tierra, que además te la podías comer.
   Dependiendo de las ganas y el dinero había tardes en las que podías contar más nubes pululando alrededor de las atracciones de feria que en el cielo. Por entonces yo pensaba que las nubes allá arriba tendrían un tacto parecido a las que agarrábamos con el palito de madera; tal vez no serían dulces pero si hubiera podido subir hasta donde estaban podría haber cambiado la distribución y hasta traerme a la tierra una de ellas. El día de mi primer vuelo, siendo ya un adulto obstinado en hacerse respetar, el avión atravesó una nube  blanquísima e inmensa. En aquel momento me incorporé y busque los ojos de los pasajeros. Atravesamos aquella nube y nadie dijo nada. Hecho que corroboró que el desprecio o cuando menos la indiferencia de los artistas del azúcar, es consecuencia del fenómeno de la repetición. Más o menos como venía a decir W. Benjamin en su análisis de la reproductibilidad de la obra de arte en el mundo moderno, el aura de la obra  pierde definitivamente su vigencia en el intento de querer mostrarla “aquí y ahora”.
   La diferencia entre pensar una nube y atravesarla es dramática. Sin embargo esto no debe desalentarnos. Todos aquellos que alguna vez hemos soñado en intentar cambiar el mundo deberíamos saber perfectamente cómo se hace una nube de algodón. Deberíamos saber que desde el cementerio el día de los difuntos piden por el móvil las pizzas los vivos y no los muertos, o que un elefante al que le han enseñado a pronunciar cinco palabras en coreano lo hace en cautividad y no será precisamente por esta habilidad el salvador de sus semejantes a quienes le roban la vida para quitarle el marfil.
   En el Facebook leí un enlace de Jordi Carrión sobre la truncada conferencia que Italo Calvino no pudo dar en Harvard para el curso 1985-86. Le sobrevino la muerte y dicha conferencia acabó convirtiéndose en “Seis propuestas para el próximo milenio”. Leí el libro en junio del 89. Lo leí con avidez e intriga. Desde esta fecha la literatura en el mundo sigue girando alrededor de lo mismo. Quiero decir, lo que vende y lo que no, la literatura que adormece los sentidos (grandes mamotretos en buenas y cuidadas encuadernaciones, para quedar muy “vintage” en navidad) y la otra literatura que casi no lee nadie y que sin embargo, remueve el follaje del sistema. Que las propuestas de Calvino continúen vigentes o no me importa bien poco, porque creo que existen otras urgencias a las que acudir antes que a la del análisis. En cualquier caso recuerdo perfectamente que la primera propuesta del libro hablaba sobre la levedad. En ella dice Calvino: ….he tratado de quitar peso a las figuras humanas, a los cuerpos celestes. A las ciudades; he tratado de quitar peso a la estructura del relato y al lenguaje.
   Nos están dejando sin nubes de algodón. Apenas veo niños sujetando alguna de ellas. Y hasta es posible que a los niños del siglo XXI no les gusten las ferias. Éste Áurea que refiere Benjamin se ha transformado en “Marca Blanca”. Criaturas como el 15-M continúan naciendo. Sin aura. Tal vez incoloras, propiedad del género de la bisutería.

domingo, 21 de octubre de 2012

SIN PLÚTEOS






    El tiempo de los “Grandes Escritores y Poetas” ya pasó. (J. M. Coetzee lo insinúa en su novela “Verano”, concretamente en el capítulo “Sophie”). A no ser que se consideren a nuestros contemporáneos escritores famosos grandes escritores. Si es así entonces existen cientos de grandes escritores actuales. En el fondo gente como Thomas Mann, Borges o Juan Ramón Jiménez y los otros escritores, les importa a nuestra sociedad una mierda, pues tendremos que trabajar como chinos  para poder comer. Sin embargo, lo que escribieron (¿escriben?) está bien guardado y custodiado como si de un exclusivo y preciado material de construcción se tratara.
   Durante décadas dicha custodia le fue encomendada a la clase media. Una inmensa capa social que se empleaba a fondo en leer con la cabeza ladeada, en sus plúteos, los lomos de los libros que jamás explorarían. La agonía de los grandes escritores no va a derivar en una lentísima muerte. La repentina desaparición de la clase media provocará la muerte súbita de estos escritores y poetas. Y si damos por hecho que los famosos escritores actuales también son grandes escritores, podemos concluir sin ninguna duda que estos escritores y poetas están muertos en vida. No lo van a leer ni su madre. La pérdida del poder adquisitivo de la clase media provocará que la literatura se sustente a sí misma como una cuestión básica de higiene. Quien escriba lo hará pensando en un mensaje exclusivo para el tiempo y el infinito. Pero, ¿cuánto tiempo puede pasar un ser humano sin lavar su cabellera? Tal vez toda su vida. El mensaje no podrá ser el medio en un mundo de pobres y analfabetos. No será necesario saber leer para identificar una sopa de bote en sus anaqueles.
   He leído algunas entrevistas a políticos y en casi todas ellas se les pregunta “qué libro está leyendo? o ¿qué libro le ha impresionado más? Siempre contestan afirmativamente, y algunos hasta nombran un raro ejemplar.  Todos y todas (el caso de ellas me llega al corazón porque me encantan las mujeres que se dedican a la política, dan la primera impresión de ser una mezcla de erotismo redentor y hermanas de la caridad) acaban con la misma coletilla: “hago un esfuerzo y siempre saco tiempo para leer”. ¡Tiempo para leer! ¡Se necesita tiempo para leer! Todavía para estos políticos la lectura tiene un relativo carácter de mandamiento, algo así como una penitencia que se debe llevar en silencio para salvarse en las moribundas democracias en las que la educación y la cultura son aún rentables. Es decir, transfigurables en dinero.
   El “Saber es poder” lyotardiano ha tomado el camino de los ininteligibles renglones torcidos de los hombres (los que decían de Dios tienen que ver con la penitencia, obsoleta para los políticos y hasta para los pobres), pues ha tomado la dirección sin retorno del pensamiento único. A la vuelta de la esquina no será necesario leer, y mucho menos tener tiempo para hacerlo. Las urgencias no necesitarán la mayéutica ni los faros en la niebla. Aprovechemos, los eternos, famosos actuales y malos escritores el tiempo donde a la lectura le queda unos minutos de factor 50. Por la custodia no tenemos por qué preocuparnos. La llevaremos con nosotros a las entrañas de la tierra. Qué mejor vigilia para un futuro fértil.
   

domingo, 7 de octubre de 2012

HISTORIA DE MI RODILLA IZQUIERDA








      Me habían dado cita para el traumatólogo para el miércoles 3 de octubre a las 09:20 horas. Un mes más tarde llegó por correo una contracita que me emplazaba para el mismo día a las 15:50. Pensé entonces que ese tiempo habría sido suficiente para que hubieran tenido lugar miles de milagros en mi vida, y también en la inconveniencia de una exploración de rodilla con la comida aún en el esófago. Sin embargo el único milagro que recuerdo consistió en un simple cambio de horario de la cita. ¿Por qué me iban a pronosticar el futuro de mi pierna izquierda en plena sobremesa? Justo en el momento más ingrávido del día. El mismo traumatólogo me explicó que esto se debía a causa del aumento de las horas de trabajo para el funcionariado en la última reforma laboral.
  Entrar en el área de traumatología de un hospital siempre me ha parecido una imposición terrible. Pero ver al traumatólogo para que me diagnosticara el origen del mal era como elevarme por encima de la lógica de las enfermedades, dar un salto y habitar más allá de las desgracias ajenas. Mi desventura y las primeras pistas sobre el ocaso de mi vida inocularon el mundo a mí alrededor y a todos los traumas de la humanidad. Soy entonces el enfermo más grave del universo. Más aún, soy el ojo de la existencia. Todo existe porque yo existo y represento a todas las enfermedades.
   Llegamos al ambulatorio a las 15:OO. M.F. conducía. Ella se empeñó en acompañarme. Detalle con el que no contaba y que todavía me produjo mayor sensación de puerilidad, como un extraño feblaje en una moneda a la que le falta el relieve en una de las caras. En el momento del diagnóstico habría un testigo. El peso de la realidad sería por tanto compartido y mi futuro (el de mi rodilla izquierda dislocada en el mundo) tendría el aspecto de un libro abierto.
   En la sala de espera había aproximadamente unas cincuenta personas. Tuvimos que esperar el turno hasta las 16:30. Un retraso no exento de demanda por parte de M.F y que a mí me pareció de lo más natural. Quiero decir, ambas cosas, la demora y la previsible reclamación de M.F.  Estuve la mayor parte de este tiempo intentando averiguar quiénes eran los pacientes y quiénes sus acompañantes. En muchos casos resultó imposible averiguarlo. La enfermera se asomaba a la puerta con su uniforme verde y nombraba hombre o mujer. En varias ocasiones entraban en la consulta hasta tres personas. Justamente cuando la enfermera-satélite pronunció mi nombre M.F. y yo acabábamos de emprender un hipotético crucero por el Mediterráneo. Ella se zambullía en la piscina del barco y yo hablaba  mi espantoso inglés con un pequeño grupo de escoceses que mostraban los primeros síntomas de una terrible insolación. Los dos a nuestro aire y seleccionando o incurriendo en los momentos para los que cada uno ha venido al mundo.
    Me dije (a M.F. no le hice ningún comentario al respecto), que todos estábamos allí a salvo. Los aledaños del ambulatorio Virgen de la Cinta de Huelva parecían abandonados a la suerte del tiempo. Tan solo los coches aparcados y algún semáforo en rojo que no daba prioridad a nadie en un desierto, daban señales de una civilización decadente, cansada de luchar por los intereses particulares. En la sala de espera no podía o no debía ocurrir nada. La espera era intrascendente. Tampoco allí habría ningún milagro.
    Una vez dentro de la consulta M.F. preguntó al traumatólogo si tenían hilo musical. El especialista y yo contestamos al mismo tiempo que no, que lo que se oía provenía del exterior, que alguien cantaba una melodía junto a las cristaleras que daban a los aparcamientos. Después el médico tras una actuación serena y contemplativa ordenó que subiese a la tercera planta para que me hiciesen una radiografía. Los pormenores antes y durante los ataques de los rayos x transcurrieron incomprensiblemente con la misma intensidad  y monotonía que cualquier actividad de mi vida diaria.
   Cuando regresamos a la consulta para oír el diagnóstico la mujer que cantaba junto a la cristalera ya no estaba. Yo seguía oyendo aquella melodía pero estaba seguro de su desaparición (¿era una mujer?). Después el traumatólogo puso el ejemplo de una casa vieja a la que se le cambian las puertas para que yo entendiese la ineficacia de una hipotética operación de menisco en mi rodilla izquierda. Con 46 años yo era una casa vieja con puertas desvencijadas y chirriantes. Si me extraían el menisco el método de desgaste de la artrosis continuaría arruinando mi rodilla, por tanto, ¿qué sentido tenía una visita al quirófano?
   Estuve unos segundos en silencio intentando recuperar la melodía. Tendría que abandonar el atletismo de fondo. Sólo bicicleta y con la condición de una rodillera ortopédica. M.F. preguntó si ésta era gratuita y el médico contestó que sí. Esa noche me dormí pensando que sí, que aquel artilugio ortopédico era gratuito, pero que la vida en la casa vieja me supondría unos costes enormes para que los techos no se me cayeran encima. Esa noche soñé que todos los hombres y mujeres, niños y ancianos, abandonábamos nuestras casas y salíamos al campo abierto.   


miércoles, 19 de septiembre de 2012

SANTÍSIMA UNANIMIDAD







¿Qué misterio encierra esta fiesta de la transición y constitución española que, cada vez que muere o cae herido uno de sus principales protagonistas, sea cual fuere su aspecto de entonces y de ahora, borbónicos, comunistas progresivos, progresistas capitalizados, o conservadores altruistas según esté despejado o nublado, siempre acaban abrazados en un llanto sólo interrumpido por el cruce de piropos?


jueves, 13 de septiembre de 2012

DESDE LAS PROFUNDIDADES





Podemos encontrar aún en España, en muchos puntos de su geografía y de su mobiliario urbano, muestras u objetos conmemorativos como este. Un paño de azulejos (por cierto, por los años que lleva expuesto, el vidriado es de una excelente calidad) en el que a través de palabras y símbolos se rinde homenaje a un acto parcial. Se trata de un ciudadano que en un momento determinado de la historia da su vida por la patria (por el Estado y sus leyes propias y circunstanciales).
El texto vitrificado dice: “En esta casa nació el 17 de junio de 1921, el camarada Manuel Ramírez Morales ¡Presente! Que, siendo el cabo del regimiento 269 de infantería de la División Azul, en la cual se alistó como voluntario, cayó gloriosamente por la patria, en un lugar de la Rusia soviética, el día 21 de Noviembre de 1941. Y por su valor heroico en el campo de batalla, el fürher, canciller de Alemania, lo condecoró con la CRUZ DE HIERRO de 2ª clase. Y el ayuntamiento de Trigueros, en representación del pueblo, le dedica este recuerdo. ¡GLORIA A LOS HEROES! ¡ARRIBA ESPAÑA!

Si nos fijamos detenidamente en el interior de este rectángulo azul marino y observamos todos sus signos y ornamentos, además de la determinación de sus sintagmas, al cabo de un rato, nuestra imaginación, sobre todo para aquellas personas que todavía sean capaces de recordar, o para aquellas que en su conocimiento trascienda la historia, podemos visualizar cada uno en un orden y efectos distintos, las imágenes en un monitor terminal de un circuito de un noticiero espectral y desaforado. Lo que vale en esa mística un español que da su vida por la Alemania nazi, sería directamente proporcional a lo que vale por ejemplo un soviético anónimo que participó en la matanza de indefensos e inocentes polacos tras la invasión de la URSS en 1939 a Polonia como consecuencia del pacto Ribbentrop-Mólotov de no agresión entre rusos y alemanes. Visto de este modo podríamos añadirle un adjetivo más a tal circuito: circuito de un noticiero espectral, desaforado y vesánico.

Veamos ahora el paño de azulejos con un aspecto completamente distinto.








Aquí podemos observar la ocultación de las noticias espectrales, desaforadas y vesánicas llevada a cabo por un grupo de republicanos de Trigueros. Parece que se disponen a dar una capa de pintura a la fachada y toman precauciones para no manchar el monitor. Evidentemente no es así. Una imagen vale más que mil palabras y no son necesarias las explicaciones. No obstante, el efecto de la velación es como el de una novia a la que le tapan el rostro para asumir el nuevo sacramento. Se cubre su aspecto para recibir a Dios en estado de gracia y purificación. Durante unas horas, el monitor no emitió noticias parciales, y lo impuro y dañino, pareció dispuesto para el descanso eterno. Una velación que inhumaba y daba vida a la imparcialidad y a la justicia.

Pasadas esas horas cayó el velo y mucho me temo que el matrimonio acabará en divorcio. Existe, según cuentan, un vacío legal que impide el desguace del monitor. La finca donde se ubica es de propiedad privada y los propietarios no están obligados a descolgarlo.

En los últimos años cobró mucha importancia en las crónicas de Trigueros (Huelva), la idea vivificante de desmantelar el paño de azulejos. Durante el paseo todavía podemos socavar, con el oído y la mirada, en las profundidades de este noticiero, el origen del mal. Las autoridades a quienes correspondan nos invitan como a observadores anónimos a que contemplemos la anomia y el terror que la humanidad se procura a sí misma.

Mientras tanto, como refiere Agustín Fernández Mallo, en un post sobre el Libro de Rafael Argullol “Visión desde el fondo del mar”, en su blog “El hombre que salió de la tarta”, podríamos aprovechar ilustrativamente la desaparición o no del monitor y pensar en una frase del libro en la que, como bien dice Fernández Mallo, queda todo dicho: “Somos exactamente lo que nos atrevemos a contemplar”




viernes, 24 de agosto de 2012

PARA UN REGISTRO DE RADICALES






No ser radical supone al menos aceptar en un tránsito más o menos extenso del viaje, la resignación de los hechos como consecuencia de las circunstancias y las costumbres, o también que lo que presumiblemente es injusto se produce por error o por una desviación más tarde corregible de la conducta humana.

No ser radical es otra faceta de la conducta centrada en el desinterés a todo lo que te rodea siempre que no afecte a tu cuerpo y a tu mente.

No ser radical implica también, mediante una inversión de intereses en los acontecimientos que van surgiendo durante el viaje, una opción conservacionista que secreta estrategias para una función exclusiva y local.

Ser radical es parar en el camino y foguear, acostumbrarnos a recordar en el estruendo nuestros primitivos sueños. De nada nos valdrá la ignominia sin esto.

martes, 7 de agosto de 2012

REGISTRO DE SOLUCIONES







Los países del euro-débil parecen preocupadísimos por sus posiciones en el medallero olímpico. Se sufre mucho por las semifinales, los últimos segundos de los partidos o por la opinión de los jurados. En las ediciones de los periódicos digitales más importantes podemos seguir minuto a minuto la epopeya de las vidas de nuestros atletas. España se encontraba ayer en el puesto 39 de dicho medallero (El limbo del deporte). Portugal, Grecia e Irlanda, supongo que se encontrarán en unas dependencias similares. Lugares amateurs del orgullo masculino y femenino. Hasta es posible que el orgullo gay se halle en un rincón diletante buscando palabras de consuelo para calmar el dolor que producen los despropósitos tras la disminución de los niveles de endorfinas.

Nos sentamos frente a la televisión y la hormona de la felicidad se convierte tras las tribulaciones de nuestros representantes olímpicos, en la hormona de la desdicha. Entonces dan ganas de ir a rescatarlos en el punto álgido de la “Olimpic fever” y traérnolos a casa y así compartir entre todos lo poco que nos queda. La dignidad de los bufones y de los bailes al sol. La alegría católica de trabajar para vivir y no como esos alemanes, yanquis, británicos, chinos y surcoreanos que viven para trabajar y jamás ríen mientras compiten.
Los euros a 166 pesetas no vinieron al mundo para sembrar medallas, ni tampoco para hallar la solución a la recesión mundial, no han nacido para mantener una disciplina. Ahora somos los huxleysianos Epsilones en el D.I.C de la central de Londres. Fetos a los que se les recorta las dosis de oxígeno en la sangre y que jamás podrán tener un desarrollo apropiado para una mente ganadora. Perdimos el eslabón hace 30 años con aquello de la OTAN y la CE. En lugar de fecundar en los tubos anarcocatólicos, eligieron en unas condiciones y aptitudes poco propicias, las cubetas capitalistaprotestantes. ¡Volvamos ya a la producción de endorfinas bajo este sol que sólo sabemos soportar nosotros! ¡Con el ejercicio que mejor se nos ha dado: la divina inspiración!

lunes, 16 de julio de 2012

BOSONES POR NADA







Europa está a la cabeza de la búsqueda de la Nada. La está acorralando. Trata con su sapiencia y seis mil millones de euros otorgados a fondo perdido por sus sufridas y comprometidas, pero a fin de cuenta ilustradas y soñadoras clases medias, de buscar los orígenes, en lugar de hallar, como hacen sus homólogas – sui generis- estadounidenses, rusas y chinas, la finalidad de la materia (sobre todo si es prima), y de comprimir las distancias y el tiempo.
Existe una foto en la que puede comprobarse la inmensa felicidad de cientos de hombres y mujeres ante la emisión de un gran espectáculo en una pantalla. No se trata de una película de Walt Disney, ni de una comedia, tampoco de un número de humor, ni tampoco de la combinación del euromillón al que todos los espectadores están abonados. No.
La pantalla se encuentra de espaldas al fotógrafo. Para los ignorantes que no podemos imaginar un nuevo concepto de Eternidad ni tampoco podemos ver la pantalla, las sonrisas de los espectadores denotan sencillamente un paroxismo rayano a la felicidad infantil tras la primera visión de los regalos de los Reyes Magos. Niños y niñas europeos sin hermanos mayores ni vecinos pacientes del acné e incipientes navegantes de las redes sociales que le rompan el alma a pedazos con esa famosa frase “los reyes magos no existen, son vuestros padres quienes hacen los regalos”.
Esa explosión de felicidad colectiva sin precedentes en la historia ha tenido lugar en la sede del CERN en Ginebra. La razón es el descubrimiento, tras billones de colisiones en los aceleradores de partículas, y después de la sospecha anunciada hace medio siglo, de la existencia del bosón de Higgs. Esto implica nada más y nada menos que el vacío y la nada no sean una misma cosa. Dicho de otro modo: el descubrimiento supone que quizás la Nada habita únicamente en nuestra imaginación.
¡Cuánta alegría y satisfacción para la ciencia y cuánta decepción y mierda para el ser humano! Pues a partir de este punto en el tiempo deberemos cambiar nuestra concepción del recorrido de nuestras vidas a través de la existencia o viceversa.
Europa somete a la Nada, la conduce a un callejón sin salida. Y por el mismo camino de Heidegger y Sartre comprobamos ahora que eso que tanto nos ha angustiado (la nada) le acaban de dar la patada definitiva. La Nada es sólo cosa del hombre. Pero, ¿Adónde ir después de la negación de Europa a sí misma ahora que ya definitivamente no hay Nada que la agobie ni al hombre tampoco?
Sí, Europa es inocente, charlatana y esquizofrénica, y tal vez deba recurrir al Shuyanta budista, al estado Vacío de la mente, si quiere recuperarse a sí misma a pocos metros de los barrancos del infierno. Necesita más que nunca una Nada para reflexionar, para no continuar abriéndose camino a través exclusivamente de la materia.
¡Pobre Europa, madre de la filosofía y las revoluciones! Le acaban de robar en sus propias narices, como a un niño, su juguete más preciado, el único capaz de atenuar la fuerza del odio y la codicia.




jueves, 21 de junio de 2012

BABEL CELESTIAL









Lo peor ante esta situación de impotencia colectiva, donde todas las ideologías han quedado neutralizadas hasta el punto de que ya ni siquiera el propio sistema puede ilustrarse a sí mismo por sus logros o por su belleza, no es la sensación de bloqueo, sino nuestra actitud y posicionamiento frente a las mentiras consentidas. Son numerosas las propuestas de prudencia y calma en la observación, y para muchos sujetos también en el sufrimiento, de la anónima autoría de la demolición de Babel (ciudad sin Dios) que pareció indultada por la historia o por quienes la hicieron en el siglo XX en el “derecho al estado de bienestar”, y que ahora de nuevo vuelve a ser condenada quienes (posiblemente los mismos perros con distinto collar) reconsideraron que la mejor rentabilidad se halla en la inversión sobre el dinero y no en la productividad del trabajo.
Según los autores del libro “Hay alternativas” (Sequitur, 2011), la falta de inversión de los grandes grupos privados en la creación de empresas y por tanto en puestos de trabajo, y que ha condicionado al mismo tiempo la dirección en el empleo del gasto público de los Estados soberanos, ha sido paulatina desde comienzos de la década de los setenta. Señales como ésta son más que suficiente para concluir con el siguiente corolario: una vez atenuado el desastre económico y social tras la Segunda Guerra mundial, la mayoría de las multinacionales y empresas más poderosas del planeta, enriquecidas en ese mismo tránsito de la recuperación, han optado por la hegemonía del capital en lugar de elegir el camino del desarrollo tecnológico y humano. Dicho de otro modo, la crisis actual no es sólo económica, también lo es moral e incluso, en el sentido más ético del concepto, religiosa. Vivimos en un momento de la historia en el que parece que no tenemos por qué rendir cuentas ni a Dios ni a nuestras conciencias.
Babel representa el mundo denso o material, a través del cual se producen los movimientos involutivo y evolutivo del espíritu. Es un símbolo de la destrucción que se renueva constantemente en el camino de la construcción donde el hombre siempre se ha negado a sí mismo. Porque aún en el contexto de una larga y arraigada tradición atea siempre hay una visión de Dios-bueno, de Dios-esperanza en la que el azar es determinante en casi todas nuestras decisiones. Por supuesto, el inmenso recorrido que posee Dios no es precisamente el contexto donde hallar las soluciones a corto o medio plazo para esta crisis, sobre todo si tenemos en cuenta los atropellos ya cometidos en su nombre y que continúan cometiéndose en el presente. Sin embargo, el hombre nunca ha dejado de acordarse de él en los momentos difíciles, tal vez incluso en detrimento de la fe mesiánica que podría tener en sí mismo.
La cautela no es propia de Dios. Si lo es en cambio nuestro miedo a caer en el error, en el despropósito de querer construir por enésima vez una sociedad justa en la que en definitiva podamos emular al propio Hacedor o en su defecto a la paradigmática madre naturaleza. Así que, visto lo visto, podemos pensar sin precipitación alguna que no podemos confiar nuestros problemas a Dios ni a los hombres.
Entonces, ¿qué hacer en un lugar del que fueron expulsados los demiurgos de nuestras conciencias y en el que se refutan los hombres?
Desatar el nudo de la mentira. Dios-bueno miente y los hombres también. Quizá porque compongan una misma cosa o un miedo al reconocimiento de la impotencia. Saben de sobra que la imagen imposible y contrapuesta a Babel, Jerusalén Celestial, es el verdadero castigo por sus métodos erróneos de felicidad.
F. Nietzsche escribió en su libro “Humano, demasiado humano” que el hombre auténticamente libre, el que puede ofrecer esperanza a sus semejantes, es aquel que renuncia sin envidia ni despecho a muchas cosas, incluso a casi todo lo que valoran los demás hombres; debe hallarse satisfecho, como la situación más deseable, de volar libremente sin miedo por encima de los hombres, de las costumbres, de las leyes y de las valoraciones tradicionales de las cosas.
Podríamos plantearnos el laberinto de tesis nacidas de las buenas intenciones de los hombres y las correspondientes praxis, como análisis ineludible para descartar un posible sistema económico, de gobierno o autogobierno que fuese válido. El anarquismo, -cosa bien distinta a la anarquía-, podría ser el punto de partida para una futura sociedad libre y equitativa en la distribución de los bienes. Sin embargo, para muchos no es hora ni lugar para defender con vehemencia y mucho menos con soberbia postulados que desplacen y marginen a ciertos agentes del tejido social. No debe haber pérdidas ni costes en la producción y conservación del capital. Al parecer hay que ser cautos y no despertar a la bestia de su profundo sueño. Ese animal mitad hombre, mitad Dios, es demasiado peligroso para dejar que actúe a las órdenes que le dicten su corazón. Vivimos en el imperio del dinero y la cobardía. Bloqueados por los daños colaterales que se producirían en la ejecución de cualquier decisión que tomemos, paralizados, hipnotizados por los movimientos de los mercados, del mismo modo y con el mismo efecto que cuando miramos una fotografía de nuestra infancia y comprobamos desolados el saqueo cometido por el tiempo en nuestros rostros y cuerpos.
Para muchos, en conciencia e incluso en el subconsciente – el Papa Benedicto XVI cuando era Cardenal Ratzinger criticó a la teología de la liberación-, la violencia de la lucha de clases es también violencia al amor de los unos a los otros, es una concepción puramente estructuralista para legitimar esa violencia. La alienación de los individuos es de tal calado que terminan aceptando el argumento principal de la metanarración capitalista: “los pobres sois inevitables, indispensables para la construcción del futuro del mundo”. En esto consiste el discurso oficialista de Dios y los hombres, en un sacrificio de consecuencias siempre calamitosas.
Sólo hay un camino para salir de este atolladero y este es el de la educación. Los hombres y mujeres deben saber, para que nuestros hijos no se estrellen de nuevo contra el mismo muro, por qué hemos llegado a esta situación y a tamaño grado de la mentira. Evidentemente esta educación debe ser justamente todo lo contrario al mencionado discurso oficialista de Dios y de los hombres. Aquí nos hace falta una pieza fundamental, y ésta probablemente sea el hombre que refiere Nietsche. Hombres y mujeres predicadores y predicadoras del anti-adoctrinamiento, reveladores de las mentiras mortales que ocultan los actuales gobiernos que dicen ser democráticos por ser elegidos por el pueblo y que jamás reconocen que son manipulados desde grandes conglomerados empresariales. Hombres y mujeres capaces de desmantelar la farsa de Dios y el César y viceversa. Es en la Educación que nos muestre las verdaderas razones de las desigualdades sociales y de las periódicas crisis a lo largo de la historia donde hallaremos el camino de una Babel Celestial.

martes, 29 de mayo de 2012

VARGAS LLOSA EN SU PARAISO





¿Está chocheando y exhausto Vargas Llosa en el delirio autocomplaciente de amplificar sin reparo el poder que le concede el Nobel? ¿Tuvo un mal día, un triste desliz por querer contentar a sus insignes amistades? ¿O su trabajo publicado el domingo 20 de mayo de 2012 en el diario El Pais es la simple consecuencia de las lucubraciones de un escritor de esos que siempre ven el mundo desde el otro lado del horizonte?

El artículo, en su habitual sección Piedra de Toque, más bien parece el de un usurero que pretende darnos el cambiazo quedándose con la alhaja para devolvernos el pedrusco. “Las ficciones malignas” es el título de su mercancía en un día en el que la mayoría de los españoles tratan de olvidarse por unas horas de los rostros abominables que han rentabilizado la semana. Y es que esas jetas de cañerías por las que manan caudalosos el pesimismo y la desesperanza nos la presenta Vargas Llosa desde su atalaya como un purgante que purificará nuestras digestiones cerebrales quitándole todo lo impuro y superfluo.

Comienza el escrito enfrentando las ficciones benignas con las malignas, esto es, Goya y Cervantes contra la columna del The New York Times de su Nobel colega en economía P. Krugman, en la que vaticina un inminente corralito en España. Le tacha de gurú por algo indemostrable, pero no imposible, esto lo digo yo, dadas las circunstancias que vivimos en este país intervenido, se quiera o no, desde las zonas ocultas del poder financiero. Aconseja entonces al profesor de Princeton que se deje de tonterías y atienda a lo que dice el presidente de Telefónica, César Alierta, acerca de la excelente solvencia del sector público y privado en España.

Continúa con las ficciones malignas de carácter religioso y apocalíptico que desde la Edad Media han azotado a Europa, también con las posteriores, de un género menos divino y que a poco terminan con la cuna de la cultura del mundo (sic), comunismo y fascismo, y que a pesar de todo, Europa sigue siendo el único proyecto de integración de naciones en un idea bajo el signo de la legalidad y la libertad.

En la actualidad, para Vargas Llosa, la ficción maligna de moda es la de proclamar el fracaso de la UE, la deriva del empeño gracias al cual Occidente ha vivido el más largo periodo de paz y de convivencia de su historia. No importan los malos datos sobre el euro, el poder de las mafias, o las desigualdades sociales dentro de este marco político. Dice el Nobel que estas ficciones son producto del persistente espíritu sadomasoquista que ha caracterizado desde siempre a la cultura occidental, y que éste ha favorecido el crecimiento de partidos extremistas de derecha e izquierda que quieren acabar con Europa y regresar a los tiempos de las naciones ensimismadas.

Acaba el texto determinando que la política de austeridad de Merkel ha resultado un éxito para Alemania en el difícil camino desde la reestructuración de las antiguas RFA y RDA hasta la situación actual. Con respecto a la incorporación del acólito F. Hollande en el altar de los mercados, asegura que todos aquellos que tienen confianza en la nueva “doctrina del crecimiento” son unos ilusos, que más pronto que tarde tendrán que reconocer que no era tan sencillo como decían y pedirán valor y patriotismo al pueblo francés para seguir apretándose el cinturón.

Justo cuando el orden de sus denuncias hacen del texto el tratamiento médico más aséptico de los posibles para que el tejido social no sufra el menor de los riesgos, y queda uno noqueado por la desesperanza y la impotencia ante el panorama desolador narrado, Vargas Llosa lanza el último golpe mortal a la sien. Dice: Intentar lo imposible sólo da excelentes resultados en el mundo del arte y de la literatura; en el de la economía y la política sólo trae desastres. Y la prueba es la crisis que ahora vive Europa….. Entonces, esto más que decirlo yo, lo vomito, ¿para qué coño sirven la literatura y el arte?

Después de tamaña estupidez, el santo Nobel que todo lo sabe y que por lo que se lee no le importa dirigirse manso hacia el cadalso ante las corrientes de nueva justicia social que hoy emergen como señales inevitables del naufragio capitalista como modelo de progreso social, quiere apuntillar a la res endiablada que amenaza con empitonar a los poderes tradicionales establecidos, aseverando que Merkel tiene un carácter de hierro y se mueve en las tempestades que rugen a su alrededor con una serenidad y un temple admirables…(sic).

Tras la lectura, y como un aldabonazo en las puertas que guardan todavía la poca sustancia que me dignifica como ser humano, recordé de inmediato a Walter Benjamin en mi ajado y trillado ejemplar de allá por el verano de 1990 de su libro-calle “Dirección única”. En el apartado Viaje por la inflación alemana de la dirección “Panorama imperial”, escribe Benjamin en 1928: “VII. La libertad de la conversación se está perdiendo. Así como antes era obvio y natural interesarse por el interlocutor, ese interés se sustituye ahora por preguntas sobre el precio de sus zapatos o de su paraguas. Ineluctablemente en cada tertulia acaba insinuándose el tema de las condiciones de vida, del dinero. Y no es que se hable tanto de las preocupaciones y padecimientos de cada cual – tema en el que quizá podrían ayudarse unos a otros-, como de la situación en general. Es como estar prisionero en un teatro y tener que seguir, de grado o por fuerza, la obra que se está escenificando; como tener que convertirla constantemente, de grado o por fuerza en tema de pensamiento y conversaciones”.

Este es el verdadero problema sobre el que no se debe hacer según el Nobel ninguna apuesta por lo imposible: el dinero. Paisaje, como escribía José Saramago en su novela “Levantado del suelo” es lo que más abunda en el mundo. Pero ni siquiera esa abundancia que podría devolvernos al camino por el que hemos venido nos libera de los nudos de la dictadura del voto en política, ni del régimen de la productividad sobre el dinero en el sistema económico capitalista. Parece que la palabra dinero ya sólo tiene una única acepción; dinero es vida. Ahora, en 2012, la obra de teatro que refiere Benjamin no se ciñe exclusivamente a las conversaciones, se extiende, y así lo quieren quienes diseñaron y ahora rediseñan las condiciones político-económicas de la situación actual, desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte. Todo el paisaje y por tanto todo sueño del conocimiento, se filtran a través de la distancia que media entre nosotros y el dinero.

¿Se refiere Vargas Llosa al arte y a la literatura que ayer fue marginal y paradigma de una lectura e interpretación del presente, y por el que hoy se paga cantidades astronómicas como modos de inversión y rentabilidad segura? Mucho me temo que así es. Y que las ficciones malignas a las que se refiere Vargas Llosa no son tales, sino todo lo contrario. Podría haber titulado su artículo “La incalculable productividad del mal”. Sin duda.

martes, 15 de mayo de 2012

PIM (PUTOS INTERINOS DE MIERDA)

Soy uno de ellos. Un alienígena disfrazado de piel humana. Un PIM que durante 18 años ha servido fielmente a la patria andaluza como soldado raso, aquí, en la tierra. Mis amos de la galaxia del bienestar durante no sé cuántas legislaturas pesoísticas, han especulado conmigo y miles de compañeros y compañeras en trabajos forzados en muchos casos, con animales indómitos y extraños de otros mundos que la especie elegida de la galaxia nunca han querido ni de lejos, me refiero claro está a muchos patricios funcionarios. Ya no me voy a callar ni una. La paciencia se le acabó a este puto interino. Los PIM estamos sentenciados a la marginación y al ostracismo. Es muy posible que algunos políticos de esta izquierda traidora. Si, la de la otrora bendita Izquierda Unida y del que se quiere presentar como redimido PSOE, se estén frotando las manos con esos polvitos mágicos que se obtienen con el poder y la gloria. Los PIM éramos una amenaza para el ejercito liberador de la galaxia. Una vergüenza para la alianza planetaria del infinito y más allá de la UE. El general Diego Valderas y sus mandos, junto al general Pepe Capo Griñan con los suyos, van a rebajar sus humildes sueldos un 5%. A nosotros, la minoría amenazante de los alienígenas, un 20%, vamos, en miles de casos alrededor de 250 eurillos que a esta especie rara no le supone nada. Pura poesía en el bipartito salvador de las garras del agujero negro pepero en el sur de la galaxia. Por fin tienen el guión de la película más deseada: Dios padre del universo pisoteando a todos los PIM.

jueves, 10 de mayo de 2012

TODAS LAS PUERTAS

Desde la adolescencia siempre he querido llevar a cabo una idea, un gran proyecto que diese, sin ostentosidad y sin ataduras a un guión preestablecido, una literatura a mi vida, algo así como una biblia desordenada donde lo antiguo y lo nuevo pudieran plegarse y convertirse en un discurso alucinante. Este propósito consiste en fotografiar todas las puertas del mundo y clasificarlas en un imponente álbum. Más tarde escribiría a pie de cada imagen el comentario correspondiente a las impresiones que irradiarían, negativa o positivamente desde el mundo oculto tras las puertas. Éstas serían fotografiadas cerradas en todo caso, nunca abiertas ni entornadas. El espacio para dicha literatura tendría por tanto siempre un sesgo clandestino, callado y escondido. No sabría explicarlo, pero sé con absoluta certeza que no fotografiaré ni una sola de estas puertas, y que esos espacios imaginarios se perderán definitivamente por los pasillos del laberinto de la memoria. Existe alguna razón en mi voluntad para no remover los sedimentos bajo las aguas limpias y cristalinas. Según el diccionario de símbolos de Juan Eduardo Cirlot, en la antigua Escandinavia, los exiliados, se llevaban las puertas de su casa; en algún caso las lanzaban al mar y abordaban en el lugar donde las puertas encallaban; así se fundó Reykjavik en 874. Tal vez sea mejor así, quiero decir, no morirte de miedo o felicidad imaginando qué ocultan las puertas, sino abriéndolas y cruzando sus umbrales e incluso arrancándolas de sus marcos. De todas formas continúa pareciéndome una hermosa idea. Imaginar mundos, construir castillos en el aire, desatar los deseos y mirar al toro como un milagro desde la barrera. Un designio estéril que contribuiría eficazmente al inmovilismo en mi pensamiento. Perseverar en el autoexilio más común de nuestro tiempo. Ocultarme entre la muchedumbre para no ser descubierto tras la repentina apertura de un capcioso espacio.

viernes, 20 de abril de 2012

LA MALDITA HISTORIA SAGRADA

Todo se va estrechando. Se reducen los soles y las lunas. Se aprietan los sujetos anhelantes de vigorosa luz. Se unen los sentimientos. Se constriñen los caminos solitarios y acaban convirtiéndose en una inmensa selva. Se ahogan en un sólo grito los manifestantes al alba negra. Contiene Facebook las alegrías y las penas en una única pregunta. La nueva narrativa estadounidense y la iraní se contraen y adelgazan hasta una anorexia adolescente. Se esconden las nuevas generaciones en puertos USB hacia destinos angostos y desconocidos. Por enésima vez la historia se ciñe a la distancia entre David y Goliat. Una piedra.

viernes, 13 de abril de 2012

HIJOS DE LA MADRE EUROPA





Intento ser objetivo, no sin cierta ¡¿malintencionada?! interpretación en la casual elección de los contenidos, con un documental que pasan por la 2 de tve sobre los emigrantes españoles en la Alemania de los sesenta y setenta. Los entrevistados y entrevistadas cuentan en él sus desagradables experiencias sociales y laborales.
Lo peor no fue la experiencia en el país extranjero. La miseria en la que dejaban a sus familias aquí en España y la sensación de culpabilidad por no poder atenderla a pesar de las regulares transferencias mensuales de los benditos marcos, no eran menos duras y agobiantes que la soledad del obrero u obrera, héroes y heroínas en las fábricas de la que llaman ahora locomotora de la economía europea. Recuerden que el origen de la UE fue netamente productivo, un acuerdo sobre el abastecimiento del carbón para la pertrechada industria de posguerra entre cuatro países. Después se fueron sumando el resto de las naciones con la idea determinante y bien ilustrada para el electorado de estos Estados democráticos, de reunificar, en una mezcla de Imperio Carolingio Luterano y Declaración de Independencia americana y churcheliana, contra los dos bloques de la guerra fría, a una Europa que nunca existió y que sin embargo, se autoproclamó como centro del universo.
El resultado lo tenemos a la vista. Una unificación de criterios que sólo tiene un horizonte: el de establecer un patrón económico que siempre garantice la máxima rentabilidad a los inversores más poderosos. No importa a costa de qué ni de cómo.
En dicho documental puede observarse la miseria en la que estaban sumidas las familias de estos emigrantes y la progresión en el laxo desarrollo del bienestar que van adquiriendo con el paso de los años las mismas.
Durante la emisión miré con terror las fotografías de mis hijos que están a pocos centímetros de la pantalla. Se avecinan malos tiempos hijos míos, pero fijaros que compasivos y pedagógicos son estos de la televisión, que os muestran el camino tortuoso de la gloria. De todo se sale, de todo, menos de la realidad ineludible de la repetición.

lunes, 26 de marzo de 2012

VUELOS




En aquella ya lejana resaca de elecciones, un ave extraña sobrevoló haciendo círculos, durante varias horas hasta acabar extenuada, los cuerpos de unos por derrota y de otros por victoria, para finalmente posarse muy cerca del gran felino hambriento.

sábado, 25 de febrero de 2012

HAMBRIENTOS





Como casi todos los días y siempre a la misma hora acudo a las puertas del colegio para recoger a mi hija. Durante nueve años (ya antes iba a recoger a mi hijo que ahora va al instituto) he atravesado el pueblo donde vivimos con la exclusiva compañía deL ruido del motor de mi coche y el de los borborigmos de mi estómago, que a esas horas anuncian el hambre desabrida de un cuerpo que se prodigaba complaciente en la búsqueda de otros cuerpos.
No hace mucho tiempo me gustaba perderme en el enjambre de padres y madres que aparece y desaparece a diario alrededor de las puertas del colegio y conversar sobre cosas intrascendentes, la mayoría de las veces de esas cosas que suelen hablarse antes de las comidas, es decir, de la economía descontextualizada en general, del infernal calor andaluz, o de que siempre llueve en el momento menos conveniente, ese que se torna en derrota a través de los rostros irracionales de las madres y padres que procuramos bajo los paraguas que no le caigan en la delicada piel de nuestros hijos ni una sola gota de líquido ácido. Sin saber exactamente por qué de un tiempo aquí he elegido la opción de no mezclarme en la colmena de progenitores. He sumado a los ruidos del motor y del hambre el de las noticias de las dos. Un ruido que minimiza a los anteriores y que los transforma en meros acompañantes en la orquestación de este concierto del mediodía.
Eludo el contacto con mis colegas, hambrientos también, y permanezco en el interior del vehículo. A veces aún con el motor encendido, escuchando atentamente las vicisitudes de la prima de riesgo y las negativas previsiones de crecimiento. Es emocionante comprobar con tanta hambre que dicho factor en ese momento te importa una mierda. El juego de las finanzas y la gravedad de la situación social (unas veces aumentada y otras disminuida por las lentes de los intereses mediáticos) quedan suspendidos o casi anulados en el tiempo en el que sueña y reina el hambre. No sé qué filósofo de la antigua Grecia decía que es mejor pensar con el estómago lleno. Razón no le faltaba. El hambre no sirve ni como terapia. Adormece hasta el apetito sexual. Es el arma más importante de las que dispone el régimen capitalista (para mí el sistema se ha vuelto una imposición que se rige por la circulación del dinero, una dictadura sin más. Si éste no se mueve, como ahora ocurre, quedamos a merced con el consentimiento de los partidos mayoritarios liberales de quienes lo poseen y lo retienen. Claro que si no se mueve es porque los modelos de inversión son otros desde hace ya demasiado tiempo. Quienes se reúnen en Davos invierten sobre la productividad del propio dinero y no en eso que parece ya una quimérica fraternidad del uso de la riqueza para la productividad en el trabajo. Por tanto, y por otra parte, con tanto despiste mediático, vivimos sometidos por una oligarquía, un régimen difícil de ilustrar a causa de sus innumerables rostros, símbolos y banderas). No obstante, pienso que, exceptuando casos muy precisos, las clases sociales de este país, desde las más humildes hasta las más pudientes, hemos pasado muchos años sin atisbar el terrorífico horizonte de lo que podría ser un hambre a todas horas y, sin embargo, con el estómago lleno no hemos sabido prever (como tontos ahítos) lo que se nos avecinaba. Eso sí, hemos estado demasiado tiempo intentando saciar otros tipos de hambre. A la sazón, de dinero, de fama o reconocimiento social e incluso en muchos casos de fe en alguna cosa que compensara el peso desmedido de tanta felicidad.
Llegado el instante en el que intuyo el retorno de mi hija de ese mundo escrupuloso, que ahora llaman curricular, en el que la humanidad experimenta sin ningún pudor la pérdida de la inocencia y el alejamiento del paraíso, salgo un momento del coche para que ella divise el faro del hambre y trato de templar con una sonrisa su ánimo proceloso como consecuencia de sus cinco horas en el ardor de la batalla. Entonces veo por enésima vez a M, que antes de 2008 ganaba más de cuatro mil euros mensuales como gruísta tras haber hecho un curso intensivo de quince días; ahora se le acabó el subsidio y combate el hambre del mediodía pensando en contratos parciales como peón en la bolsa de trabajo del ayuntamiento. Veo a L, que lleva tres años sin oír el ronroneo de una hormigonera. También a P, que ganaba dinero a sacos como distribuidor de una empresa de aluminios. Veo mi hueco entre sus cuerpos y el de sus hijos, y mis pies sujetos a un suelo que se ha vuelto más duro y que parece que ejerce una mayor fuerza de gravedad. Un hueco que podríamos continuar llenando de palabras banales y de dulces pretéritos. Un espacio que tal vez sea mejor que se oree hasta que desaparezca completamente el olor del desiderátum-dinero.
No me apetece hablar. Saludo al hambre desde la distancia y ellos y ellas me corresponden (esa es mi sensación) emplazándome a la dicha de la sobremesa. Un lugar imaginario cada día más peligroso, en el que no parece improbable una ruptura definitiva con el silencio.
Ya de vuelta a casa apago la radio y mi hija comienza con su crónica de sucesos de la mañana. Me tranquiliza. En sus monólogos jamás aparece la palabra MIEDO.

lunes, 6 de febrero de 2012

DERECHO A LA PROPIEDAD




M. F., mi compañera, mujer exuberante e incitante incluso en el arte culinario, y yo, acertamos de pleno cuando compramos la casa en la que vivimos. Nuestra casa, mi casa (M.F. sólo es condicionante en el mundo exterior, en el interior esta casa es parecida a la de la litografía Relatividad (1953) del holandés M.C. Escher), es una vivienda unifamiliar, un pareado he oído decir, para que yo ejecutara el prodigio de la existencia desde mi negativa a la posibilidad de vivir otras vidas.
En la distancia, sobre todo si estoy de viaje, pienso en mi casa como si fuera un laberinto en el paraiso. Sus 140 metros cuadrados habitables son suficientes para perderme y esconderme. M.F. siempre está localizada. El “Situacionismo” de mis hijos en esta psicogeografia, es otra cosa. Ellos logran sin gran esfuerzo que los acontecimientos diarios en el mundo exterior sean siempre intrascendentes. De modo que todos los objetos que con el tiempo se han almacenado en la casa cobren un aspecto distinto al de los mercados de la sociedad de consumo. Por ejemplo, la wii no es un icono del aburguesamiento, puesto que ellos no se plantean el discurso simbólico, es una caja de plástico cuadrada con fecha de caducidad, que quedará obsoleta en el momento que ellos lo decidan.
Procuro no cambiar nada. Me dejo llevar por el tiempo y es tan obvio mi rechazo a cualquier ostentación de poder en las estructuras sociales que a veces dudo que mi condición humana sea un axioma irrefutable. M.F. siempre está presente y se puede decir que es netamente material. Yo no estoy. No quiero estar con los pies en el suelo. Siento que pertenezco al aire y a la penumbra de esta casa. Amo tanto esta casa y ella a mí que la reciprocidad supura indolencia; cualidad que siempre me ha resultado ajena. Ya no me conmueve nada de los que sucede en el mundo exterior. ¿Para esto pago mi hipoteca?
¿Es este estatus de la pasividad un derecho adquirido?
¿Es esta casa culpable de que yo ya no quiera ser “otro”?
Cuando M.F. y yo vimos por primera vez esta casa decidimos comprarla inmediatamente. Acertamos de pleno. Gracias a este hallazgo no vivo como un cordero. Vivo felizmente descarriado y sedado gracias al vacío espiritual que me otorga un documento en el “Registro de la propiedad”.

sábado, 21 de enero de 2012

TIEMPOS

Cuando salimos del tanatorio hacía un frío glacial. Continuamos con la conversación que entablamos en el módulo 5, el reservado al muerto gracias al que nos conocimos. Me pareció que apretaba la bufanda alrededor de su cuello hasta el limite del auto-estrangulamiento. Dijo: “desde que su mujer se suicidó, Miguel, se ha dejado arrastrar por la muerte. Se le bloqueó un brazo y el mejor de los pianistas se convirtió de la noche a la mañana en su propia sombra. Su familia cuenta que murió porque se hartó de vivir”. Nos despedimos en el aparcamiento sin presentarnos, con sonrisas bovinas y gestos papales.
Ya en casa, después de cenar una pizza precocinada del mercadona, me senté en mi mesa de trabajo y me conecté a la red. Todavía con el frío adherido a mi cuerpo sentí el último abrazo a Miguel, el mejor de los pianistas que ya no tacaba el piano. En la edición de El Pais observé esta fotografía:




Perdí lo noción del tiempo deleitándome en las poses de los distintos personajes. Debía continuar con mi texto para la exposición de un artista que ha dedicado toda su vida a pintar gente normal en la calle y sin embargo, mi mente se quedó en blanco, sin poder hacer otra cosa que mirar aquellos rostros. Acabé tan extenuado que sentí que el día había acumulado millones de horas. Un tiempo elástico que se apoderó de la vida del mismo modo que un congelador mantiene los alimentos.

domingo, 8 de enero de 2012

YAMAHA C-113 TPE J22106060









Este es el piano del aula donde se imparte la asignatura de este mismo instrumento en el Conservatorio Elemental de Música “José del Toro” de Trigueros (Huelva).



¿Quién era José del Toro?
Un señor que dirigió a la banda de música de este pueblo durante un montón de años. Falleció hace aproximadamente una década. En los años que coincidimos en el edificio polivalente, como local de ensayo de la banda, casa municipal de la cultura y conservatorio, siempre tuve con él una comunicación afable. Sentía admiración por él porque irradiaba algo que para mí es sinonimia de versatilidad, incluso de legitimidad. José del Toro era, como uno más de la miríada de directores o directoras de bandas que hay desperdigadas a lo largo y ancho de la geografía española, un obrero que por las tardes, después de ganarse el jornal (como albañil si mal no recuerdo) se lavaba las manos y cogía la batuta para poner de acuerdo a los músicos de su pueblo con esa cosa tan inútil para el hambre y las comodidades de la vida como es la música.
José es para mí la historia honorable de una inutilidad que daba trama y argumento a la existencia de los humildes para llevar a cabo la “novela” de las utopías. Porque con su batuta mostraba el camino de Dios, ese tan tortuoso y reservado a los que no poseen la riqueza.
¡Los potentados no tienen ningún Dios! No lo necesitan. Para eso ya tienen el dinero. ¡Que se jodan con él y nosotros con Dios!
Nadie me lo ha puesto en conocimiento pero sé que José intuía que no había otra cosa mejor en la vida que esa necesidad de querer mostrar a Dios con la batuta. Así que cuando me enteré que la AMPA y la dirección del conservatorio habían decidido llamar al centro con su nombre me pareció una idea acertada, ad hoc para hacer valer la verdad de la música en Trigueros.


José del Toro








El piano que aparece en esta fotografía no necesita ser de concierto. Le es suficiente para su propósito la verticalidad de su maquinaria, el fingimiento de su aspecto bien acabado ocultando su espalda mate y desnuda a los profanos, a los irrespetuosos que usan la música con fines negociables. Su condición de pianino, de herramienta burguesa inventada en centroeuropa en el s. XVIII para los DJ de la época, es sólo falsa apariencia. Se llama YAMAHA C-113 TPE J22106060, una pueril nomenclatura para un objeto cuya encomienda azarosa, ordenada desde un lugar perdido en el tiempo, un territorio infinito en el que conviven el amor y el odio, es la de inyectar en el tuétano un espectro sonoro tan extraño e indescifrable que a fecha de hoy sigue considerándose insustituible. No hay sonido sampleado en el mundo ni encuentros en la tercera fase que muevan el aire como lo hacen las ondas sonoras de un piano, aunque sea pianino, esté espantosamente desafinado o tenga un rudimentario bastidor de madera.
Este buda Yamaha C-113 posee ochenta y siete teclas proletarias. Cuando suena siento a los transeúntes que pasan por la calle y se paran junto a la ventana para oír como sus teclas aniquilan por unos instantes todo indicio de podredumbre en la condición humana. Alguna vez he invitado a estos protagonistas de la sensibilidad o cuando menos de la curiosidad a que entraran en el aula y pudiesen experimentar de cerca el efecto de las bajadas y subidas de sus teclas, su digno saber estar pegado a la pared como parte del mobiliario, pero sin perder el orden jerárquico por encima del profesor-pianista (yo), del armario de las partituras, de la pizarra pautada o del equipo de música. Todo en una atmósfera a merced del supramundo wi-fi, amenazante como una ducha de gas tóxico.











En una ocasión estas ochenta y siete proletarias fueron testigos de la visita, junto a otras autoridades, de la delegada de educación de la Junta de Andalucia en Huelva. Aunque hice todo el esfuerzo posible contra la subversión del momento, aquellas habrían enmudecido incluso si alguien las hubiera percutido. Vi como se mostraban terribleme indiferentes. Actitud que nada tiene que ver, en cambio, cuando entran en el aula buscadores, demandantes de atizadores que remuevan el fuego del alma. Entonces, el relieve blanco y negro de la comuna organizada como un sistema que permite amablemente, si es necesario, que el rey se transforme en vasallo y viceversa, abandona inmediatamente ese carácter de obreras pasivas y diseñan en ese aire tóxico de la globalización lo que parece la última hazaña de Bartolomeo Cristofori, el inventor italiano que quiso dar alas a los deseos de la incipiente burguesía florentina de finales del s. XVII que con una máquina de sonidos fuertes y suaves quería ofrecer al mundo la posibilidad virtual de conquistar para sus caprichos de semidioses el infierno y la gloria que acarrea las modulaciones de la voz humana.
Me parece muy significativo que tras ese muro contra el que golpean los sonidos del buda como si de un espejo neumático se tratara, pase una calle inusualmente larga para un pueblo de ocho mil habitantes. Esta arteria nace a un costado de la parroquia de San Antonio Abad y se prolonga casa por casa hasta la periferia en dirección norte en una extensión de casi un kilómetro. La calle se llama Labradores. El Conservatorio “José del Toro” sita en Labradores 40.
Es dramático y épico que este centro educativo se ubicara en este marco, en este “plano de inmanencia” de la misma forma que Velazquez se autorretrató en “Las meninas”. Un sofisma, un abalorio en el ajuar de un gremio que ha removido la tierra y descifrado los jeroglíficos meteorológicos con la misma esperanza y santa paciencia con la que los músicos desde los “modos griegos” hasta la aleatoriedad de los “Estudios australes” de John Cage sin ir más lejos, han buscado los caminos que atraviesen el caos y que nos conduzcan a la satisfacción de nuestros deseos. Unos deseos siempre extraños que nada tienen en común con los de gremios que desde el medievo han usado sus artes con finalidades muy distintas a las de los labradores. Este conservatorio se podría haber ubicado en otras calles de Trigueros. Por ejemplo en la calle “La Orden”, o en la calle “Mesones”, o en la calle “Audiencia”. Sin embargo, el destino, la casualidad, ha querido que se situara en el origen de la clase más pobre de todos los gremios.









Ni que decir tiene que la arquitectura de esta calle ha evolucionado hacia aspectos visiblemente burgueses. Pisos habitados por lo que antes eran doblados para almacenar la cosecha. Cocheras y trasteros sólidamente edificados, donde se guardan vehículos todoterrenos y tractores con aire acondicionado, por los corrales que cobijaban a los animales de carga y productivos (gallinas y cerdos entre otros). O fachadas rematadas con materiales netamente ornamentales donde antes sólo existía un encalado funcional para proteger a la antigua argamasa de la humedad y el sol.
La calle está plagada de turismos, en su mayoría utilitarios. Éstos componen, como las orugas cuando bajan de los pinos, un encadenamiento de vidas rotas pegadas a las aceras en un intento de colonizar en el espacio, mundos inexplorados en los que todo sea más rentable y previsible. Ahora, en navidad, las ventanas y balcones muestran absurdos Santa Claus que trepan con fatiga hacia el interior de las habitaciones en las que durante cientos de años no había nada que robar porque ya estaba todo robado. Creo que si esos muñecos lograsen su propósito se esconderían con toda seguridad en lugares de difícil acceso, entre la ropa en desuso, o bajo los colchones. He visto el miedo en los ojos de estos pequeños animales de plástico. Creo que a alguno no le importaría entrar en el aula del buda y colarse en su interior para habitarlo del mismo modo que un polluelo de pájaro cuco usurparía el nido de las bisbitas o carriceros, insignificantes e inofensivos. Cierto es que si desarmara la tapadera de los pedales del pianino y me encontrase de repente con un Santa Claus adormecido, mi reacción sería imprevisible. Le invitaría a salir con métodos pacíficos o tal vez le dejaría estar como otras veces he hecho ante otros hallazgos en cubiles de difícil acceso en mi mente: por ejemplo, como actué el día que un ser horrible apareció en una madriguera de mi conciencia y me explicó con todo lujo de detalles que yo había deseado matar a alguien. Dejé que hibernara indefinidamente, a la espera de que muera de sueño.


No hace mucho, en la web “El boomerang”, una lanzadera que la editorial Santillana ha habilitado para explorar mercados y al mismo tiempo dar prestigio a sus consagrados escritores (los malditos como yo babeamos por tener un blog en ese contenedor de éxitos, pero nos consolamos, al menos yo, con la actitud heroica de brillar como estrellas del futuro con blogs de sabor kafkiano, porque estoy convencido de que tendré éxito y que podré disfrutarlo dentro de diez mil años), leí en el blog de Rafael Argullol, ese intelectual de aspecto tan atractivo, tan esbelto, elegante y con media melena de ángel intocable, un post sobre un pueblo ruso ubicado a veinticinco kilómetros al suroeste de Moscú. Peredèlkino es un lugar rodeado de bosques y que albergó el hogar (dachas) de muchos escritores rusos y de otras nacionalidades de la antigua Unión Soviética. Allí vivieron y fueron enterrados entre otros Pasternak, Tarkovski, Chukovski y Rozhdéstvenski.


Tumba de B. Pasternak en Peredèlkino







Según Argullol una vez en el mundo existió un hombre que no leía nunca poesía y sin embargo tenía la extraña pasión de visitar tumbas de poetas para oír, no importaba la lengua aunque no la entendiera, el murmullo, la psicodelia, digo yo, del sentimiento del difunto poeta. Cuando Argullol fue a darse una vuelta por Peredèlkino hizo lo propio ante el descanso eterno de Pasternak y según describe, no pudo recordar ni un solo verso del autor de “Doctor Zivagho”, es más, no pudo poner en pie de memoria ninguna poesía de ningún poeta. No me extraña. Cuando leí allá por los noventa al autor de “Desciende, río invisible” y poco después me ausenté de una clase de historia de la música en el Conservatorio Superior de Madrid para asistir a una conferencia que el novelista y pensador daba en el Reina Sofía, ya pude intuir en su escritura y su presencia ese phatos de lo inmaterial. No es una halago, ni tampoco una crítica, es sencillamente pasar la yema del dedo por el filo de la hoja del cuchillo, es una observación sobre el modo que el “otro” tiene de entender la literatura.

Rafael Argullol





No creo que yo visite alguna vez Peredèlkino. Los escritores como yo estamos tan ensimismados con nuestro fracaso que resulta casi imposible un esfuerzo mayor que el de perdernos más allá de nuestros pensamientos y fobias. Seguramente que si viajara hasta allí haría exactamente lo mismo que Argullol y miraría el aspecto de las flores depositadas en la tumba de Pasternak, incluso me atrevería a olerlas. No lo haré. En cambio continuaré experimentando el exclusivo privilegio de cerrar el portón del conservatorio y quedarme a solas un rato, sin caer en la tentación de rozar sus teclas, junto al YAMAHA C-113 TPE J22106060, obsequiador de arrullos inaudibles, de instantes reductores del trasiego en el mundo que regalan “trozos de nada”.