martes, 29 de mayo de 2012

VARGAS LLOSA EN SU PARAISO





¿Está chocheando y exhausto Vargas Llosa en el delirio autocomplaciente de amplificar sin reparo el poder que le concede el Nobel? ¿Tuvo un mal día, un triste desliz por querer contentar a sus insignes amistades? ¿O su trabajo publicado el domingo 20 de mayo de 2012 en el diario El Pais es la simple consecuencia de las lucubraciones de un escritor de esos que siempre ven el mundo desde el otro lado del horizonte?

El artículo, en su habitual sección Piedra de Toque, más bien parece el de un usurero que pretende darnos el cambiazo quedándose con la alhaja para devolvernos el pedrusco. “Las ficciones malignas” es el título de su mercancía en un día en el que la mayoría de los españoles tratan de olvidarse por unas horas de los rostros abominables que han rentabilizado la semana. Y es que esas jetas de cañerías por las que manan caudalosos el pesimismo y la desesperanza nos la presenta Vargas Llosa desde su atalaya como un purgante que purificará nuestras digestiones cerebrales quitándole todo lo impuro y superfluo.

Comienza el escrito enfrentando las ficciones benignas con las malignas, esto es, Goya y Cervantes contra la columna del The New York Times de su Nobel colega en economía P. Krugman, en la que vaticina un inminente corralito en España. Le tacha de gurú por algo indemostrable, pero no imposible, esto lo digo yo, dadas las circunstancias que vivimos en este país intervenido, se quiera o no, desde las zonas ocultas del poder financiero. Aconseja entonces al profesor de Princeton que se deje de tonterías y atienda a lo que dice el presidente de Telefónica, César Alierta, acerca de la excelente solvencia del sector público y privado en España.

Continúa con las ficciones malignas de carácter religioso y apocalíptico que desde la Edad Media han azotado a Europa, también con las posteriores, de un género menos divino y que a poco terminan con la cuna de la cultura del mundo (sic), comunismo y fascismo, y que a pesar de todo, Europa sigue siendo el único proyecto de integración de naciones en un idea bajo el signo de la legalidad y la libertad.

En la actualidad, para Vargas Llosa, la ficción maligna de moda es la de proclamar el fracaso de la UE, la deriva del empeño gracias al cual Occidente ha vivido el más largo periodo de paz y de convivencia de su historia. No importan los malos datos sobre el euro, el poder de las mafias, o las desigualdades sociales dentro de este marco político. Dice el Nobel que estas ficciones son producto del persistente espíritu sadomasoquista que ha caracterizado desde siempre a la cultura occidental, y que éste ha favorecido el crecimiento de partidos extremistas de derecha e izquierda que quieren acabar con Europa y regresar a los tiempos de las naciones ensimismadas.

Acaba el texto determinando que la política de austeridad de Merkel ha resultado un éxito para Alemania en el difícil camino desde la reestructuración de las antiguas RFA y RDA hasta la situación actual. Con respecto a la incorporación del acólito F. Hollande en el altar de los mercados, asegura que todos aquellos que tienen confianza en la nueva “doctrina del crecimiento” son unos ilusos, que más pronto que tarde tendrán que reconocer que no era tan sencillo como decían y pedirán valor y patriotismo al pueblo francés para seguir apretándose el cinturón.

Justo cuando el orden de sus denuncias hacen del texto el tratamiento médico más aséptico de los posibles para que el tejido social no sufra el menor de los riesgos, y queda uno noqueado por la desesperanza y la impotencia ante el panorama desolador narrado, Vargas Llosa lanza el último golpe mortal a la sien. Dice: Intentar lo imposible sólo da excelentes resultados en el mundo del arte y de la literatura; en el de la economía y la política sólo trae desastres. Y la prueba es la crisis que ahora vive Europa….. Entonces, esto más que decirlo yo, lo vomito, ¿para qué coño sirven la literatura y el arte?

Después de tamaña estupidez, el santo Nobel que todo lo sabe y que por lo que se lee no le importa dirigirse manso hacia el cadalso ante las corrientes de nueva justicia social que hoy emergen como señales inevitables del naufragio capitalista como modelo de progreso social, quiere apuntillar a la res endiablada que amenaza con empitonar a los poderes tradicionales establecidos, aseverando que Merkel tiene un carácter de hierro y se mueve en las tempestades que rugen a su alrededor con una serenidad y un temple admirables…(sic).

Tras la lectura, y como un aldabonazo en las puertas que guardan todavía la poca sustancia que me dignifica como ser humano, recordé de inmediato a Walter Benjamin en mi ajado y trillado ejemplar de allá por el verano de 1990 de su libro-calle “Dirección única”. En el apartado Viaje por la inflación alemana de la dirección “Panorama imperial”, escribe Benjamin en 1928: “VII. La libertad de la conversación se está perdiendo. Así como antes era obvio y natural interesarse por el interlocutor, ese interés se sustituye ahora por preguntas sobre el precio de sus zapatos o de su paraguas. Ineluctablemente en cada tertulia acaba insinuándose el tema de las condiciones de vida, del dinero. Y no es que se hable tanto de las preocupaciones y padecimientos de cada cual – tema en el que quizá podrían ayudarse unos a otros-, como de la situación en general. Es como estar prisionero en un teatro y tener que seguir, de grado o por fuerza, la obra que se está escenificando; como tener que convertirla constantemente, de grado o por fuerza en tema de pensamiento y conversaciones”.

Este es el verdadero problema sobre el que no se debe hacer según el Nobel ninguna apuesta por lo imposible: el dinero. Paisaje, como escribía José Saramago en su novela “Levantado del suelo” es lo que más abunda en el mundo. Pero ni siquiera esa abundancia que podría devolvernos al camino por el que hemos venido nos libera de los nudos de la dictadura del voto en política, ni del régimen de la productividad sobre el dinero en el sistema económico capitalista. Parece que la palabra dinero ya sólo tiene una única acepción; dinero es vida. Ahora, en 2012, la obra de teatro que refiere Benjamin no se ciñe exclusivamente a las conversaciones, se extiende, y así lo quieren quienes diseñaron y ahora rediseñan las condiciones político-económicas de la situación actual, desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte. Todo el paisaje y por tanto todo sueño del conocimiento, se filtran a través de la distancia que media entre nosotros y el dinero.

¿Se refiere Vargas Llosa al arte y a la literatura que ayer fue marginal y paradigma de una lectura e interpretación del presente, y por el que hoy se paga cantidades astronómicas como modos de inversión y rentabilidad segura? Mucho me temo que así es. Y que las ficciones malignas a las que se refiere Vargas Llosa no son tales, sino todo lo contrario. Podría haber titulado su artículo “La incalculable productividad del mal”. Sin duda.

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