domingo, 23 de diciembre de 2012

NIEBLA





      El domingo 16 de diciembre de 2012 a las 11:00 horas,  la niebla era tan densa como oscuros y confusos mis pensamientos. Tuve la sensación de haber sobrevivido al paisaje que puede contemplarse durante los seis primeros quilómetros de la N-435,  los que conducen desde San Juan del Puerto hasta Trigueros. Siempre he creído que estas tierras de secano buscan desesperadamente en el horizonte la verticalidad de los árboles. Tal vez mi desconocimiento sobre las ciencias del latifundio sean la causa del sufrimiento tanto a la vista de los terrones cobrizos arrancados salvajemente por los arados de los tractores, como a la de la dureza de su superficie labrada por las heladas y el solano durante la tortura del barbecho. Me resulta imposible dejar de pensar en la angustia del paisaje ante el deseo de querer plegarse como una ola gigantesca hacia el cielo. Sin embargo en el tránsito sobre esta tierra sepultada por la niebla, los últimos de un itinerario de más de 1200 qm Trigueros-Madrid, Madrid-Trigueros en casi 24 horas, advertí que quizás el aspecto del mundo deba ser el que es y que este padecimiento es infundado, que la belleza también puede habitar en un desierto sin vida, omitiendo a la humanidad. ¿Una cuestión de agotamiento físico, de falta de sueño?
   En el quilómetro 3 de dicha N-435, a pie de carretera existe un vivero donde puedes comprar el árbol que quieras. Es una forma de hablar, porque allí no creo que vendan un boabab, ni tampoco un ejemplar del árbol de la ciencia. Pero sí podríamos hacernos de un alcornoque y plantarlo en una linde para que crezca como arbor vitae. Un árbol invertido que de fe de que en estas tierras se siembran el trigo y el girasol para el sustento de los agricultores de la zona. Las raíces del alcornoque mirarían hacia el cielo para captar la energía de los astros, o tal vez mucho más, como propone la teoría emanatista, en la que las raíces nacen en las profundidades del cosmos, el tronco es el éter y las ramas son las esferas, incluyendo la tierra. Una visión involucionista en la que no podríamos hacer nada para abonar de nutrientes el origen de la vida.
  Aún así, enredado en estos pensamientos, es inevitable sentir que tengo los pies en la tierra, nunca mejor dicho, puesto que mi subconsciente es fálico y siempre más allá de la niebla está la luz. Ocurrirá más veces, por dinero caeré agotado en las sábanas después de cientos de quilómetros, y en el fondo me es indiferente que domine un paisaje u otro, ya que mis raíces son mis hijos, como yo antes fui las de mis padres. Y aquí me pierdo entre el evolucionismo o involucionismo.
 Un alcornoque sería suficiente, o un pino, o una cruz latina advirtiéndonos la señal de su despropósito, o una veleta que se mueva simultáneamente hacia los cuatro puntos cardinales.

domingo, 9 de diciembre de 2012

PENSAR, HABLAR, ESCRIBIR........




En los índices de contagio de enfermedades como la alexitimia y la anhedomia se hallan nuestro grado de incapacidad para ser libres. Tu salvación depende en encontrar un buen psicólogo a tiempo. Ante esto no es terapéutico reÍrse-de-sí-mismo. Es la hostia, tienes a los enemigos tanto fuera como dentro de ti. Cada día estoy más convencido de que el soliloquio es un síntoma de buena salud, una serpiente infinita que se arrastra segura por nuestra existencia y que come de nuestra verborrea.


domingo, 2 de diciembre de 2012

TUFO





   Definitivamente el miedo se ha quedado a vivir con nosotros. Cada uno tiene la libertad de pensar y actuar, de decidir en qué momento puede cortar los hilos que mueven nuestras articulaciones. Pero este miedo que refiero nos ha devuelto a las puertas del más genuino de los tipos de ansiedad, el miedo al castigo divino.
   Nos parece ridículo el quebrantamiento de los mandamientos de Dios o la pena por caer en la tentación de algunos de los pecados capitales. Gutenberg, Marx y el lapidario Pop lograron a huevos mostrarnos el paraíso perdido. Durante muchas décadas hemos vivido como inocentes Adanes y Evas, y Dios no tuvo nunca la delicadeza de hacernos una visita para decirnos que no lo estábamos haciendo bien.
 Tendremos que escribir una nueva biblia, una en la que no merece la pena que aparezca Dios ni ningún hijo suyo. Qué se yo, por ejemplo, el Todopoderoso sería un niño/a discapacitado o desnutrido (nada que temer), y Lucifer tendría más o menos el aspecto de la estatua de la libertad. Yo, con mi sueldo para ir tirando, sería Barrabás. Toda la condenada clase media seríamos los culpables indolentes que pasamos de todo. ¡Qué auténtico es pasar de todo!
  Dios ya no está y sin embargo el tufo es más pestilente que nunca.