C.
aprovecha la oferta de helados que la cadena de supermercados DIA% ha lanzado
durante el último mes. En este tiempo ha conseguido con sus cupones almacenar
en su terminal criónico diseñado al margen de los nuevos Programas de
Obselescencia de Última Generación y también quizá como la única consecuencia
de provecho en las vidas del nuevo proletariado nacido tras las estrategias de
los posibles modos de supervivencia en caso de guerra nuclear en lo que se
llamó Guerra Fría, más de doscientos conos de vainilla y chocolate. En esto, de
repente me ha abordado con su aliento cromado la disertación de un escritor,
uno de esos reconocidos y loados por otros reconocidos y ensalzados escritores
que necesitan meter varias veces la marcha trasera en sus maniobras de
aparcamiento, que alguien ha compartido en Facebook para que puedan leerlo
escritores y escritoras que piensan que ellos sólo necesitan un simple giro del
volante de sus potentes Ferraris para dejarlos clavados e inmaculados en cordón
frente al intocable Instituto Cervantes que cada cual lleva en lo más hondo de
sus corazones; como digo, alguien cuelga un enlace que asevera que narrar en
tercera persona resulta a estas alturas de la historia de la literatura una
actitud cuando menos inmoral, supongo que por aquello de la despersonalización
hueca del individuo que usa los cuerpos y mentes ajenas para un análisis social o circunstancial y
cuya vía sólo puede tener un devengo descontextualizado. YO al cuadrado,
necesita (necesito) al menos en esta ocasión, para no enredarme en mis dasavenencias
con la filosofía de las ofertas comerciales en el campo de la alimentación
nombrar a C., ama de casa, reina del trasiego por los pasillos de las grandes
superficies, que por veinticinco céntimos diarios el cono helado, mitigará la
violencia del sol en la canícula-2013 y la desestructuración de los
pensamientos de dos hijos parados de larga duración bajo el mismo techo y sus
respectivas novias, madres limpiaescaleras, peluquerasadomicilio dependientes a
su vez de otras madresconseguidorasdevalesparaeleconomatodecáritasbajoelmismosolavasallador.
Pensándolo bien “la tercera persona” es la
mejor arma para diseccionar el sintagma y arrojar al Sujeto en medio del camino.
“La tercera persona” es el efecto final de los procedimientos, ya sea según la
Teoría del caos, o según la teoría sobradamente conocida de “La Inevitable
Basura que genera Todo Sistema de Producción”. Veamos:
C. decide todo lo contrario, que no son necesario
los helados, puesto que no son un elemento básico para la alimentación. ¿Qué
hacen los distribuidores y más tarde los productores con sus excedentes de
azúcar, leche y huevos? De repente, igual que en el caso del escritor que tilda
de inmoral a la “Tercera persona”, aparece el “Consultor” (psicólogosociólogoexpertoprofesionalformadoenlosmejoresmastersdelasmejoresuniversidadesdelmundoespecialistaenC.)
y arroja a C. en medio del camino como antes se arrojó a la “Tercera persona”.
El Consultor se hace con todos los
excedentes y después se concentra profundamente en C.
C. focaliza toda su atención en elementos
básicos; huevos, azúcar y leche. Pero un instante antes no ha podido evitar
mirar de soslayo la oferta de los helados. C. cada vez que va a buscar sus
elementos básicos debe hacer la ida y la
vuelta y pasar ante la oferta al menos dos veces por semana. O lo que es lo
mismo ocho veces por mes. C. sabe que el lugar más económico para obtener sus
elementos básicos es este supermercado. No sé si ella se planteará la cuestión
inmoral de la “Tercera Persona”.