Puedes
presumir por los mentideros
de no tener
deudas con la justicia,
ni con
ningún tipo de derecho,
incluidos
los tuyos propios
Puedes ufanarte
de cumplir
con el
principal mandamiento
que te
impusieron tus padres
y que
aceptaste a pies juntillas,
el de evitar
que un ignominioso dedo
te señale
entre la muchedumbre
hambrienta
de éxitos y famas
como a un
reo en el corredor de la muerte
Puedes
observarlo todo desde lo más alto
con la ayuda
de un golpe de suerte,
e incluso
hacerte valer entre los poderosos
y que a
estos les parezcas imprescindible
De todo eso
puedes enorgullecerte,
gracias al
protector antifaz más moderno,
al embozo
ético y estético capaz de ocultarnos
hasta en
panópticas avenidas digitales,
gracias a
una hija del pasado,
antes
repudiada y ahora protegida
por el
meretricio futuro,
la
ignorancia
Si alguna
vez se te ocurre cuestionarla
y llegas a
pensar que mal vives por ella
no te sumerjas
en los ríos de rápida corriente,
no busques
ayuda en las veloces
palabras de
los sabios pregoneros,
es mejor ir
de cara a la muerte,
que la
muerte ame tu vida buena
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