Me alegro de encontrarme con usted, amable
lector. Acabo de iniciar de nuevo ante sus ojos un tendencioso y obediente propósito,
quizá una vez más con la misma inocencia
que otras anteriores (en el fondo es lo que deseo), una osada manera de tocar
esa frontera invisible e inestable que nada tiene que ver con los cotos
políticos y de lo privado, ni siquiera con el de los ideales o los principios
de cada cual. Me refiero a ese espacio y tiempo fluctuantes como el que
encierra el paisaje de las playas, el que se establece y transcurre durante la
comunicación entre los individuos.
Me invitaron a dirigirme a usted y me estreno
hoy en esta tribuna sin intencionalidad alguna. Si no lo consigo habré fallado, me
habré equivocado en los procedimientos, no así con los objetivos de mi corazón,
pero si me entero que he errado prometo que trataré de mejorar los métodos.
El
simple hecho de que usted continúe leyendo por curiosidad estas líneas, y quien
sabe si dentro de pocas horas e incluso minutos, con la misma finalidad, lea
otras en el soporte que sea, ya sea la alineación de un equipo de fútbol, ya sea sobre el sorprendente “caso” por el
que ahora la policía ve enemigos por todas partes, o una poesía de un poeta
ahora más famoso por su reciente fallecimiento que por su obra, le convierten
de inmediato en una persona extraordinaria y encantadora a la que quiero
hacerle una pregunta. No voy a convencerle de nada. No quiero, pero aprovecharé
mi debut en este lugar y gracias a este fortuito encuentro le hablaré unos
instantes de mi desasosiego, que espero por lo que más quiero que no se escape
de este texto y contamine el aire que usted y yo compartimos.
Mi curiosidad atiende por un lado a lo que no
me concierne y por otro a mi aseo y limpieza. Contraposiciones que en mi
interior según el uso desembocan en una buena o mala conciencia. La curiosidad
se escapa a los sentidos y tiene los mismos efectos de dependencia que las
drogas, por esto me es siempre extraña y necesaria. Creo que a usted también le
parece rara en estos momentos. Hace mucho tiempo que no puedo parar de
curiosear. Una adicción que a veces me ha llevado a descubrir otras, propias y
de los demás. ¿Por qué maldita razón tanta curiosidad hace que cada día me
sienta más desconcertado y engañado?
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