Con esto del cataclismo político que
anuncian los medios por la irrupción del partido Podemos, hecho parecido a un guiso expuesto demasiado
tiempo al fuego, en no sé cuál rincón
del laberinto exterior de mi mente, de internet en el frío raciocinio de las
manadas asesinas de lobos hambrientos, leí declaraciones de un ultraderechista
responsable de un programa tv llamado “La contratuerca” (con c y no con k, en
respuesta al incomprensible trasfondo subversivo que se come en la indigesta a la teatralidad
conservadora y ésta a la ahora ya alternativa institucionalizada de la cultura
de la marginalidad), cosa nacida en respuesta al espíritu triunfalista que está
movilizando a millones de almas en la retaguardia del sueño “Quiero ser
millonario” a través, entre otros análogos, del original, con k, de tv Público.
El radical, que se alimenta como un carroñero de la sangre del cadáver a
baja temperatura, se ensaña ociosamente
contra el espejismo de la renovada
lucidez socialdemócrata en el canal de televisión y a través de su blog
personal. Sobre este último hace un interesante comentario: “Escribir en un
blog es como mear en el océano. Es irrelevante para sus aguas pero allí queda”.
La pestilencia del marxismo y el
leninismo continúa emanando del cuerpo muerto sobre el que vivimos como moscas
inapetentes y nuestros excrementos se mezclan y confunden en un algor mortis que se antoja eterno.
No creo que dicho blog sea más dañino ni beneficioso que el mío. Claro
que otra cosa es preguntar si el blog es de uno o uno es del blog. Soy pobre pero no puedo parar de escribir. Me
interesa lo que escriben hasta aquellos que matarían por publicar, por no
hablar de quienes buscan desesperadamente los premios. Voy a rectificar. Yo no
escribo. Escribe alguien que está dentro de mí porque en la adolescencia de ése
alguien veía hormigas en las letras
sobre el papel y quedaba trastornado, castrado como ser exclusivo tras la
apuesta sobre el mundo de “otros”. Sé que hay centinelas sistémicos por todas
partes que pretenden denostarnos por nuestra cobardía, dicen, de mear en el
océano. Repito, me ha gustado mucho lo
de la meada en el océano, que la sustancia sea absorbida por el principal
elemento de nuestra existencia.
Para Sócrates lo esencial es que lo honrado, bueno y virtuoso lo sean. Entre otras cuestiones la
filosofía ática hace su aparición para dar una visión no sesgada del mundo. Me
apuesto un ojo a que existen seres esenciales que terminan escribiendo para los
medios capitaneados por los grandes inversores. Esos que conducen las
corrientes del pensamiento por heterogéneas y contrarias que sean y las fuerzan
para desembocar en los océanos del capital. Ríos de meadas digitales inocuas
que embellecen el concepto de la inmensidad como prosopopeya para dignificar el
paso de la humanidad por nuestro planeta. Por supuesto, a Sócrates también se
le acusa de sofista. Pero una vez superado el miedo a los dioses quién no es
demagogo y plebeyo consigo mismo hasta la muerte.
Cuestiono los blogs. El del radical y el mío mean en el océano. Quizá la
diferencia entre las dos micciones tengan justificaciones dispares en el
“medio” por la naturaleza de sus mensajes. Mi meada es inconclusa e
insatisfactoria. Algún problema de próstata ante mi impotencia en la luz y la
oscuridad del mundo. La del radical es plena por su intención de separar los
dos estadios. Ambas inocuas para la memoria del agua.
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