jueves, 1 de diciembre de 2016

DEMASIADO JÓVENES









1
   Éramos demasiado jóvenes. Tanto que no nos dábamos cuenta de que, a pesar de nuestra obstinada ceguera, hacíamos algún que otro juicio acertado sobre las causas de nuestro negro futuro. Pertenecíamos a familias humildes y trabajadoras. Después, con los años, nos fuimos convirtiendo, para no dar muchos rodeos en el análisis de las actitudes, en unos auténticos hijos de puta. Todo lo que había logrado cada uno en su camino era producto de las renuncias y los sacrificios a los que tuvimos que someternos.

2
  Era demasiado joven. Tanto que no me daba cuenta de que, a pesar de mi obstinada ceguera, hacía algún que otro juicio acertado sobre las causas del brillante futuro de mis amigos. Pertenecía igual que todos ellos a una familia humilde y trabajadora. Después, con los años, se fueron convirtiendo, por dar una pequeña señal de mis actitudes, en unos auténticos hijos de puta, y yo en otro hijo de puta que envidiaba y odiaba a todos ellos. Todo lo que había logrado cada uno en su camino era producto de una ambición sin frenos, a la que yo me había auto impuesto ciertas limitaciones.

3
  Teníamos un amigo demasiado joven, como todos nosotros. Tanto que a pesar de su obstinada ceguera no se daba cuenta de que hacía algún que otro juicio acertado sobre las causas de nuestro inevitable futuro. Igual que nosotros pertenecía a una familia humilde y trabajadora. Después, con los años, creyó que actuaba según unas pautas de comportamiento distintas a las nuestras. Parecía convencido de una inocencia que lo eximía de toda corresponsabilidad  en su rutina diaria. Todo lo que había logrado en su camino fue producto de las renuncias y los sacrificios a los que todos tuvimos que someternos. Murió de muerte natural no hace mucho. Todos fuimos a su entierro.

CODA Y FINAL (el cuatro tiene un exceso de connotaciones racionales)
  Eran demasiado jóvenes. Tanto que a pesar de sus obstinadas cegueras hacían algún que otro juicio acertado sobre las causas de sus lógicos futuros. Todos pertenecían a familias humildes y trabajadoras o, dicho de un modo menos condicionante, todos pertenecían y participaban igual que los hijos de familias pudientes, de la condición humana. Después, con los años, fueron acostumbrándose a la enajenación absoluta de sus propias figuras ante los espejos. Todas las cosas materiales y espirituales que habían logrado en el camino de las renuncias y los sacrificios era lo mínimo que se esperaba de ellos. 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario