lunes, 5 de diciembre de 2016

LÍMITES








   Tal vez el terrible sentimiento de impotencia o, sin ir más lejos, la falta de inspiración para superar la innata apatía que nos inmoviliza y nos obliga a permanecer en nuestra “zona de confort”, concepto cuando menos peyorativo por no decir propio de animales perezosos, no sea otra cosa que nuestra falta de comprensión ante los límites del lenguaje.
  En esto Wittgenstein es generoso con los ateos  y nos dice que intentemos a toda costa creer en Dios. Tras la propuesta subyace la oscura intención de que el creyente comprenda la paradoja del significante y del significado. Aún no he leído su biografía pero me ha parecido que esa fe, valga la expresión, en la necesidad de creer es una de las aventuras más salvajes que podamos tener fuera de tal “zona de confort”o en la ausencia de las palabras.
   Cuentan que Wittgenstein intentó creer en Dios a toda costa y que vivió momentos en los que casi lo logra. Supongo que en esto consiste la fe, en un preciso momento de inspiración. Quizá en el fondo los ateos son tan perfeccionistas con la inspiración que con la criba a la que han sometido al lenguaje podrían construir montañas de palabras, o de herramientas para la obra infinita.
    Pero ni el mismísimo Wittgenstein con su obsesión por eliminar del mundo cualquier indicio de aderezo, de adorno gratuito hasta en las propuestas de seducción, consigue ocultar al fantasma del solipsismo y huye del “yo y mis circunstancias” sin rodeos ni vergüenza.
   Creer en Dios, tener una fe ciega, supone prescindir del lenguaje y entregarte al silencio y a la ausencia de uno mismo. Nada más difícil ni más placentero en un mismo tiempo. ¿Desprenderse por completo de uno mismo no es acaso un acto veleidoso y pusilánime, un hecho cobarde y miserable igual que el suicidio según la tradición judeocristiana?
   No es posible huir. La hora de tomar decisiones siempre es dolorosa. Incluso en el camino de la humildad y la caridad hay una negación del poder, una lucha contra sus métodos. La actitud sublime de la santidad es férrea y conlleva grandes dosis de soberbia. Contra esto el Progreso o Democracia en la línea de la concepción actual de la justicia social utiliza al dios del lenguaje como límite. Palabras como “mayoría” o “consenso” son herramientas muy apreciadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario