jueves, 8 de septiembre de 2011

Médanos








   No conozco ningún lugar comparable a los médanos de Mazagón. Tal vez porque mi vida no se ha caracterizado precisamente por la costumbre del viaje. La mudanza en mi existencia ha sido tan limitada que  las distancias entre continentes, y ni hablemos de la que media entre antípodas, continúan pareciéndome más apropiadas para los sueños y las vidas ajenas. No es una cuestión de atrevimiento. El viaje (me refiero a ese donde no importa el tiempo ni el dinero) y yo somos diametralmente opuestos. Mi hasta ahora afortunada estabilidad laboral, todo hay que decirlo, y mi hipoteca son dos animales domésticos a los que amo tanto, y que me dan tantas satisfacciones, que Alvar Núñez Cabeza de Vaca o Marco Polo, a pesar de la fascinación que siento por ellos, quedan neutralizados en la heroicidad de mi plebeya vida diaria, en simples personajes de viñetas, en fetiches magnificados por las industriosas ideas de la aventura y la utopía. Ya me gustaría ver a estos dos personajes afectados por esta insoportable adicción a la realidad. Enganchados a esta droga maldita llamada “condición burguesa”. Claro que quizá ellos tuvieron esa capacidad que yo no tengo  para no caer en las redes de la intoxicación. Como decía William S. Burroghs en su libro El almuerzo desnudo, “lo peor es el paso final para quedar fuera de la droga. Hay un intervalo terrorífico de pánico celular, la vida suspendida entre dos maneras de ser…”
   En las fronteras de esta condición burguesa, en los vértigos más espantosos,  siempre pierdo el último paso. En el instante terminal encuentro la droga y, como en una inundación, entran en mi carne sedienta la dulce sustancia del IRPF, Ibex, IPC, etc., incluso un irrefrenable y placentero deseo de acumular dinero. La duración de los efectos de la droga es directamente proporcional a los reconocimientos sociales y a las cimas de poder que uno alcance. Si la droga no es lo suficientemente buena inmediatamente aparecen las paranoias y ves HP (hijoputas) por todos lados. Pero si tiene calidad entonces es justamente al revés, crees que todo el mundo te ve como un HP. Evidentemente la droga nunca es buena.
   Llevo demasiado tiempo sin pillar un chute de calidad. No encuentro a ningún camello que merezca la pena. Siempre seré adicto a la droga, es mi condena, pero allí arriba, al borde de los cabezos de arenisca de los médanos, he descubierto por casualidad que si hay otro lugar comparable debe estar en los sueños de gente como Cabeza de Vaca o Marco Polo.

Pablo Noja. Artículo publicado en el Odiel Información el 5 de septiembre de 2011.

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